sábado, 31 de marzo de 2018

Willigis Jäger: Atención




La atención es el punto de partida y el corazón de todos los caminos espirituales. La vida atenta se basa en el reconocimiento de que la realidad sólo puede experimentarse en el aquí y ahora. La práctica de la atención es indispensable para llegar a tener contacto con esa realidad. Nos enseña a hacer con una presencia total lo que hacemos siempre.

La atención es la práctica más importante y, al mismo tiempo, la más difícil en el camino espiritual; es expresión de la sabiduría suprema, como muestra esta historia zen:

Un hombre preguntó al maestro Ikkyu: “Maestro, ¿puedes escribirme algunas reglas fundamentales de la sabiduría suprema?”. Ikkyu tomó inmediatamente un pincel y papel y escribió: “Atención”. “¿Eso es todo?”, preguntó el hombre. “¿No quieres añadir algo más?”. E Ikkyu escribió: “Atención, atención”. Visiblemente molesto, el hombre preguntó de nuevo si aquello era todo. Entonces, Ikkyu tomó otra vez el pincel y escribió:Atención, atención, atención”.


En el fondo, en el camino espiritual no hacemos nada especial: intentamos llegar al momento y hacernos uno con aquello que en ese momento hacemos. Pero la vida sólo tiene lugar en este instante. La práctica de la atención nos lleva de nuevo al momento. Es una interrupción constante de la actividad del yo. Entonces ya no somos arrastrados por el torrente de la costumbre.

Cada momento de nuestra vida es una comunión con esta realidad primordial a la que hemos dado el nombre de “Dios”. Dios sólo puede experimentarse en este momento. El poeta cristiano Angelus Silesius escribió: “Piensas, oh necio, que verás a Dios y su luz; nunca lo verás si no lo ves hoy”.

El “sacramento del momento” es la capacidad de estar alerta en todo lo que se hace. Por eso, la atención tiene un gran valor en todas las escuelas espirituales. El caminar consciente, ejercicios físicos como los del yoga, el qigong y el tai-chi, los movimientos giratorios de los sufíes, las posturas de oración, todo ello ancla la consciencia en el aquí y ahora.

Nuestra única posición en este mundo es el ahora, en el que se manifiesta esa realidad primordial que llamamos Dios, vaciedad, Brahmán, Alá. Vivir una espiritualidad significa practicar la atención en todas las dimensiones de la vida.

De lo que en última instancia se trata, realmente, es de ser hombre en este preciso momento. Sólo existe el momento. ¡No olvides el momento actual!



viernes, 30 de marzo de 2018

Ejercicio 2: Respirando




























CUANDO EL PROCESO DE CONSCIENCIAR las sensaciones de todo el cuerpo te resulte familiar, puedes ya dar un paso más: centrarte especialmente en la respiración.
La práctica sería así:
· Comienza con las respiraciones profundas y la toma de consciencia de todo el cuerpo (según el ejercicio 1).
· Acabado este proceso, ves llevando la atención a la respiración, suave y tranquilamente, y simplemente obsérvala, siendo consciente del aire que entra y sale por la nariz.
· Durante unos días, puedes poner la  atención básicamente en la entrada de la nariz, y cuando ya te resulte fácil, puedes ir bajando hacia la zona de los pulmones.
· Mientras estás en este proceso de consciencia atenta, lo más probable es que aparezcan pensamientos o imágenes o sensaciones de todo tipo, que te distraerán y que quizá te pondrán algo nervioso, al principio, porque lo vivirás como incómodos obstáculos o interferencias en tu proceso meditativo. La clave está en que tomes consciencia sin pelearte, dejándolo pasar todo totalmente como dejas que corran las nubes que atraviesan el cielo azul cuando lo contemplas, sin darles importancia.
· Si simplemente lo observamos todo sin ponernos tensos, a modo de espectadores, lo que aparece es una magnífica fuente de información de lo que hay en nuestro mundo físico o psíquico, que puede estar en la base de posteriores trabajos con nuestra salud corporal o psicológica, al margen de la meditación misma, si tenemos necesidad.
Constatarás, al cabo de un tiempo de hacer esta práctica, que tu sabiduría interior se va como “afinando”.
· Una manera de ayudarse ante las distracciones, si constatamos que la mente está demasiado agitada, es contar las respiraciones de 1 a 10, para volver a comenzar en 1, 2, 3…
Si el método te gusta, puedes contar al principio tanto en la inspiración como en la espiración, para pasar posteriormente a hacerlo sólo en la inspiración, y más tarde en la espiración.
Si notas que todo te lleva a permanecer más silencioso, deja de contar y simplemente observa la respiración, en silencio.
Como puedes ver, es una técnica de meditación no objetiva, es decir, que no hay un sujeto que medite en algún objeto –en nada diferente a él-, sino que la meditación se centra en profundizar en la consciencia de sí mismo, hasta descubrir que este sí mismo no es diferente del resto de seres, sino que solamente hay un único Sí Mismo.



RECUERDA: periódicamente, iré presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los iré dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.





sábado, 10 de marzo de 2018

Cuento 3: El canto del pájaro





Los discípulos tenían multitud de preguntas
que hacer acerca de Dios.

Les dijo el Maestro:
«Dios es el Desconocido y el Incognoscible.
Cualquier afirmación acerca de Él,
cualquier respuesta a vuestras preguntas, 
no será más que una distorsión de la Verdad».

Los discípulos quedaron perplejos:
«Entonces, ¿por qué hablas sobre Él?».

«¿Y por qué canta el pájaro?», respondió el Maestro.


El pájaro no canta porque tenga una afirmación que hacer. Canta porque tiene un canto que expresar. Las palabras del alumno tienen que ser entendidas. Las del Maestro no tienen que serlo. Tan sólo tienen que ser escuchadas, del mismo modo que uno escucha el viento en los árboles y el rumor del río y el canto del pájaro, que despiertan en quien lo escucha algo que está más allá de todo conocimiento.

sábado, 3 de marzo de 2018

Ejercicio 1: Consciencia del cuerpo



EN EL PROCESO DE GIRARNOS hacia el interior, a partir de una atención demasiado abocada al exterior y a menudo demasiado dividida y dispersa, el primer paso consiste en tomar consciencia del propio cuerpo.
·      Siéntate convenientemente, con la espalda recta, en una actitud a la vez alerta y relajada, y el cuello relajado aguantando la cabeza derecha con la barbilla ligeramente replegada.
·   Las manos sobre las piernas: si pones una sobre la otra, los maestros zen recomiendan colocar la izquierda sobre la derecha con los pulgares tocándose ligeramente…
·      Haz de tres a cinco (o más si sientes la necesidad) respiraciones profundas y completas: inspiras profundamente y expiras, dejando salir el aire relajadamente en una espiración mucho más larga que la inspiración. Cada vez que expulsas el aire, haces como si sacaras también las tensiones que has acumulado y aflojas el cuerpo más y más. Si la cabeza está distendida, observarás que el flujo mental se ralentiza y la concentración se hace más fácil.
·    Encuentra ya el ritmo normal de la respiración y obsérvala por unos instantes, mientras continuas aflojando todo el cuerpo en las espiraciones.
·    Comienza ahora a poner la atención en repasar tu cuerpo, deteniéndote en cada parte, intentando sentirla y no solamente pensarla o visualizarla.
·      Lleva, pues, la atención a la cara, llena de pequeños músculos que vas aflojando si los descubres tensos: boca, maxilar inferior, lengua, orejas, sienes, frente (con especial atención al entrecejo), párpados, ojos, mejillas y nariz…
·     Toma consciencia ahora del resto de la cabeza: el cuero cabelludo, comienzo por encima de la frente y recorriéndola hasta el cogote… Y lleva la atención a continuación hacia el interior de la cabeza, la masa encefálica, haciendo como si aflojaras…
·     Tomo consciencia ahora del cuello, por detrás y por delante, aflojando la parte cervical y la garganta…
·      Espalda derecha, brazo derecho (de la espalda al codo, codo derecho, del codo derecho a la mano derecha), mano derecha…
·      Espalda izquierda, brazo izquierdo, mano izquierda…
· Tronco por delante: zona clavicular, pecho, costillas, pulmones, corazón, diafragma, estómago, intestinos, genitales…
·   Tronco por detrás: la parte alta de la espalda, los  omóplatos y toda la parte dorsal, zona lumbar y riñones, nalgas y zona coxígea…
·      Pierna derecha: muslo derecho, rodilla, pierna hasta el pie, pie derecho…
·      Pierna izquierda: muslo izquierdo, rodilla, pierna hasta el pie, pie izquierdo…
Una vez que has tomado consciencia del cuerpo, parte por parte, obsérvalo ahora como una totalidad, y permanece así…, tranquilamente..., respirando suavemente…, simplemente eso…
Si sientes dolor en alguna parte del cuerpo y necesitas moverlo, no lo hagas de inmediato, sino que primero observa las sensaciones corporales con el máximo de detalle que te sea posible, y a continuación muévete poco a poco, consciente de cada movimiento de tu cuerpo.
Este será tu primer ejercicio en el camino hacia el Silencio. Lo puedes practicar tal cual durante unos cuantos días antes de pasar al siguiente. De hecho, puedes hacerlo siempre, aunque sólo sea unos minutos, cada vez que quieras hacer silencio, aunque hayas entrado ya mucho más en el proceso meditativo.




RECUERDA: periódicamente, iré presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los iré dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.