QUIERO MEDITAR



Quiero meditar


Las actitudes esenciales para el meditador son dos: la constancia y la humildad. La constancia para introducir esta práctica todos los días al menos en una sentada de 25 minutos. La humildad para seguir las pautas que se proponen en una determinada tradición, sin mezclarlas con otras propuestas o haciendo las propias componendas. Sin una actitud discipular, no es posible emprender ninguna clase de camino espiritual. 


                    


Puede presidir esta práctica espiritual el icono de la Trinidad de Rublev, símbolo de la unidad en la diversidad.




10 PASOS PARA MEDITAR

I. Siéntate con la espalda erguida y el mentón metido; visualiza un hilo invisible tirando de tu coronilla hacia arriba.

2. Coloca las palmas de las manos enfrentadas, sea a la altura del pecho -unidas o separadas- o apoyadas en el abdomen.

3. Di en tu interior: "Este tiempo te lo entrego a ti, Señor. Es mi humilde ofrenda".

4. Relaja lentamente tu cuerpo de arriba abajo, imaginando que de la cabeza a los pies te va bañando un líquido tibio, brillante y agradable.

5. Sigue el ritmo natural y regular de tu respiración, sin forzarlo; quizá puede ayudarte contar el número de respiraciones del 1 al 10 y vuelta a comenzar.

6. Pon tu atención en el centro de la palma de tus manos; acaso percibas el cordón de energía que las une.

7. Si te vienen pensamiento, sentimientos, imágenes i distracciones de cualquier índole, déjalos pasar sin enfadarte, sino sonriéndoles por dentro.

8. Repite la palabra "sí" al espirar, enviándola al centro de la tierra; o bien la invocación "Cristo Jesús": "Cristo" al inspirar y "Jesús" al espirar. Si lo prefieres, recita el mantra: "Ma-ra-na-thá".

9. Mantén tu atención amorosamente sólo en estos tres pilares: la respiración, el centro de la palma de tus manos y la palabra de oración que hayas escogido, sin cambiarla.


10. Tras media hora de silencio y quietud reza la oración del abandono de Charles de Foucauld.






















ORACIÓN DE ABANDONO   de Charles de Foucauld

Padre mío,

me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.









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