sábado, 25 de agosto de 2018

Cuento 8. El buscador








EL BUSCADOR


Se acercó al Maestro, vestido con ropas sannyasi y hablando el lenguaje de los sannyasi:
«He estado buscando a Dios durante años. Dejé mi casa y he estado buscándolo en todas las partes donde Él mismo ha dicho que está: en lo alto de los montes, en el centro del desierto, en el silencio de los monasterios y en las chozas de los pobres».
«¿Y lo has encontrado?», le preguntó el Maestro.
«Sería un engreído y un mentiroso si dijera que sí. No; no lo he encontrado. ¿Y tú?».
¿Qué podía responderle el Maestro? El sol poniente inundaba la habitación con sus rayos de luz dorada. Centenares de gorriones gorjeaban felices en el exterior, sobre las ramas de una higuera cercana. A lo lejos podía oírse el peculiar ruido de la carretera. Un mosquito zumbaba cerca de su oreja, avisando que estaba a punto de atacar... Y sin embargo, aquel buen hombre podía sentarse allí y decir que no había encontrado a Dios, que aún estaba buscándolo.
Al cabo de un rato, decepcionado, salió de la habitación del Maestro y se fue a buscar a otra parte.

Deja de buscar, buscador. No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar tranquilo, abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo.

sábado, 18 de agosto de 2018

Stop 7







“Si quieres conocer a Dios, aprende primero a conocerte a ti mismo”

Evagrio Póntico, s. IV


Sin autoconocimiento no puede haber conocimiento de Dios. Si no nos conocemos a nosotros mismos, proyectaremos en Dios nuestros deseos infantiles, pero nunca conoceremos al Dios verdadero.

Cuanto más encuentre a Dios, tanto más confrontado estaré también conmigo mismo. Y cuanto más me conozca a mí mismo, tanto más sentiré que hay en mí un profundo deseo de Dios que pretende ser saciado.


sábado, 11 de agosto de 2018

Ejercicio 6: Jugando con la luz

Ejercicio 6
Jugando con la luz






LOS MAESTROS ESPIRITUALES, conscientes de la dificultad de hablar de la vivencia del Absoluto, que se escapa a toda descripción verbal, utilizan frecuentemente los términos que se refieren a los diferentes sentidos, y hablan, por ejemplo, de iluminación, o de ver la Luz, o de escuchar la Palabra, o de sentir el Amor, o de gustar u olfatear la Presencia, etc. Como si cada uno de los sentidos físicos tuviera uno correlativo espiritual.

Lo que todos constatan, pues, es que no podemos despreciar los medios habituales de percepción en tanto que ayudas para nuestro viaje interior.
De aquí que nos parezca sabio utilizar nuestras facultades sensoriales y psicológicas para ayudarnos en el camino interior. El proceso consistirá en comenzar por el nivel psicológico –la fantasía o imaginación- para activar los planes sutiles de este mismo psiquismo y, a través de ellos, transcendernos y entrar en lo que algunos llaman el “nivel causal”, y que nosotros llamaremos también “trasfondo” o el “Yo profundo”, aquel Silencio que nos permite vivirlo todo desde la Unidad, o mejor, desde la No-Dualidad.

Comenzaremos, pues, jugando con la imagen de la luz:
Como ya nos es habitual, nos sentamos en actitud derecha y a la vez relajada…
Hacemos algunas respiraciones profundas, dejando ir tensiones, al expirar…
Tomamos consciencia de cada parte del cuerpo…
Tomamos consciencia del cuerpo como un todo…
Ponemos ahora la atención en el centro del pecho, subiendo y bajando al ritmo de la respiración…
Imaginamos que este lugar del pecho hay un pequeño globo o foco de luz muy brillante. Durante unos minutos, ves reforzando esta sugestión, imaginando la luz de tu pecho-globo más y más brillante, en el centro del pecho.
Ahora, a cada nueva inspiración, puedes imaginar que el globo de luz se hace un poco más grande, de tal manera que va alcanzando con su luz brillante todas las partes de tu cuerpo. Puedes imaginar que esta luz blanca es también sanadora y portadora de energía y de vida, y que, por tanto, va vivificando y llenando de salud todo tu cuerpo… I permaneces en esta consciencia unos cuantos minutos…
Y cuando lo desees, puedes continuar haciendo crecer el globo de luz, ahora más allá de tu propio cuerpo, expandiéndose y llenado con su claridad todo el recinto donde te encuentras…
Y continúas ampliando el globo de luz, iluminando tu pueblo o ciudad, tu país, y finalmente la Tierra y todo el universo con tu luz sanadora.
Finalmente, y este es el paso más importante, permaneces tranquilamente en esta consciencia, sin hacer nada… simplemente siendo la luz que, sin límites, lo abarca todo… lo ilumina todo… lo es todo…

Una vez más, si durante este proceso te descubres distraído y atrapado por cualquier tipo de pensamiento, imagen, sensación, sentimiento, et., marchando del presente y  yendo al pasado o al futuro, cuanto más relajadamente te lo tomes, mejor: tomas consciencia y sin darle importancia vuelves al presente, a tu meditación de la luz. 




RECUERDA: periódicamente, iré presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los iré dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.




sábado, 4 de agosto de 2018

Cuento 7: El pequeño pez










EL PEQUEÑO PEZ

«Usted perdone», 
le dijo un pez a otro,
«es usted más viejo y con más experiencia que yo 
y probablemente podrá usted ayudarme.
Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? 
He estado buscándolo por todas partes, sin resultado».

«El Océano», respondió el viejo pez, 
«es donde estás ahora mismo».

«¿Esto? Pero si esto no es más que agua...
Lo que yo busco es el Océano», replicó el joven pez,
totalmente decepcionado, mientras se marchaba
nadando a buscar en otra parte.


Deja de buscar, pequeño pez. No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar tranquilo, abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo.