“Cuando uno está interiormente tranquilo, puede atender amablemente
a otra persona sin romper el silencio. El silencio no es ausencia de
relaciones, sino un tipo de relación. El silencio amable genera una calma
serena.”
sábado, 26 de enero de 2019
sábado, 19 de enero de 2019
Anselm Grün: El silencio que aguarda
A
Dios no tenemos que mostrarle nada: ni pensamientos edificantes ni sentimientos
piadosos.
Estamos, sencillamente, delante de él y guardamos silencio.
Mantenemos nuestro corazón vacío en su presencia para dejar que nos colme de su amor indecible e indescriptible con palabras.
Guardamos silencio delante de Dios y esperamos. No sabemos si Dios vendrá y nos acogerá. Sólo sabemos por la fe que Dios está ahí, aunque no lo experimentemos. Persistir y esperar, mantener también la no-experiencia en la oración, abandonar la tierra firme de los pensamientos y las imágenes, entregarse al amor de Dios, abrirse a la presencia de Dios, sin tener la certeza de que vamos a percibir algo de ella…: en eso consiste el silencio.
Estamos, sencillamente, delante de él y guardamos silencio.
Mantenemos nuestro corazón vacío en su presencia para dejar que nos colme de su amor indecible e indescriptible con palabras.
Guardamos silencio delante de Dios y esperamos. No sabemos si Dios vendrá y nos acogerá. Sólo sabemos por la fe que Dios está ahí, aunque no lo experimentemos. Persistir y esperar, mantener también la no-experiencia en la oración, abandonar la tierra firme de los pensamientos y las imágenes, entregarse al amor de Dios, abrirse a la presencia de Dios, sin tener la certeza de que vamos a percibir algo de ella…: en eso consiste el silencio.
Es
un silencio de la experiencia y, a la vez, de la no-experiencia; un silencio
henchido de sensibilidad para con la proximidad de Dios y un silencio vaciado
de todos los pensamientos y sentimientos humanos; un silencio situado más allá
de la experiencia; un silencio que se desentiende de sí mismo y de toda
búsqueda de la experiencia y se abandona, confiado, en los brazos de Dios.
sábado, 12 de enero de 2019
Cuento 12: Come tú mismo la fruta
A todo el mundo le gustan los cuentos, y son
precisamente cuentos lo que iremos presentando: cuentos budistas, cuentos
cristianos, cuentos Zen, cuentos asideos, cuentos rusos, cuentos chinos,
cuentos hindúes, cuentos Sufí, cuentos antiguos y modernos.
Estos cuentos poseen todos ellos, sin embargo, una
peculiar característica: si se leen de una determinada manera, ocasionan un
verdadero crecimiento espiritual.
CÓMO LEER ESTOS CUENTOS
Hay tres modos
de hacerlo:
1. Leer un cuento una
sola vez y pasar al siguiente. Este modo de leer sirve únicamente de
entretenimiento.
2. Leer un cuento dos
veces, reflexionar sobre él y aplicarlo a la propia vida. Es una especie de
teología que puede practicarse con bastante provecho en grupos pequeños en los
que cada miembro comparte con los demás las reflexiones que el cuento le ha
suscitado. Lo que se origina entonces es un círculo teológico.
3. Volver a leer el cuento, después de haber reflexionado sobre él. Crear un silencio interior y dejar que el cuento le revele a uno su profundo significado interno. Un significado que va mucho más allá de las palabras y las reflexiones. Esto lleva progresivamente a adquirir una especie de sensibilidad para lo místico.
3. Volver a leer el cuento, después de haber reflexionado sobre él. Crear un silencio interior y dejar que el cuento le revele a uno su profundo significado interno. Un significado que va mucho más allá de las palabras y las reflexiones. Esto lleva progresivamente a adquirir una especie de sensibilidad para lo místico.
También se puede tener presente el cuento durante todo
el día y dejar que su fragancia o su melodía le ronde a uno. Es preciso dejar
hablar al corazón, no al cerebro. De este modo también se hace uno una especie
de místico. Y es precisamente con esta finalidad mística con la que han sido
escritos la mayoría de estos cuentos.
ADVERTENCIA
¡Cuidado con aplicar el cuento a cualquier persona (un
amigo, un vecino, la misma Iglesia) que no sea uno mismo! Si así se hace, el
cuento será espiritualmente dañoso. Cada uno de estos cuentos tiene que ver con
uno mismo, no con cualquier otra persona.
GLOSARIO
Teología: El arte de narrar
cuentos acerca de lo divino. También, el arte de escuchar dichos cuentos.
Misticismo: El arte de gustar y
sentir en el corazón el significado interno de dichos cuentos, hasta el punto
de ser transformado por ellos.

En cierta ocasión se quejaba un
discípulo a su Maestro:
«Siempre nos cuentas historias, pero
nunca nos revelas su significado»
El Maestro le replicó:
«¿Te gustaría que alguien
te ofreciera fruta
y la masticara antes de dártela?».
Nadie
puede descubrir tu propio significado en tu lugar.
Ni siquiera el Maestro.
Ni siquiera el Maestro.
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