sábado, 27 de julio de 2019

Cuento 16: Buscar en lugar equivocado















BUSCAR EN LUGAR EQUIVOCADO

Un vecino encontró a Nasruddin
cuando éste andaba buscando algo de rodillas.

«¿Qué andas buscando, Mullab?».

«Mi llave. La he perdido».

Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida.
Al cabo de un rato dijo el vecino:
«¿Dónde la perdiste?».
                      
«En casa».
                 
«¡Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?».

 «Porque aquí hay más luz».


¿De qué vale buscar a Dios en lugares santos

si donde lo has perdido ha sido en tu corazón?






sábado, 20 de julio de 2019

Ejercicio 13: Meditando con el Om

Ejercicio 13
Meditando con el Om






Tras el ejercicio de la meditación con mantras, creemos que la sílaba sagrada OM merece un capítulo aparte , porque pese a provenir de la tradición hindú, se va convirtiendo espontáneamente patrimonio común de muchas personas que se enmarcan en otras tradiciones religiosas.

OM expresa la vibración primordial a partir de la cual todo el resto de la creación existe, el primer sonido que brota del Silencio a partir del cual se forma toda palabra, todo pensamiento y toda música. Es también el último sonido, la última vibración antes de “perdernos” en el Gran Silencio, la Fuente, el Origen y el Fundamento de todo.

OM está formado de tres elementos: A y U que se unen dando lugar a O, seguidas de M. tres letras en un único sonido. Por eso lo vemos también escrito, a veces, como AUM. Es el sonido más simple que pueda pronunciar el hombre.: A, el sonido primordial en todas las lenguas, que se oscurece en O y se alarga en la resonancia nasal, figurada por M.

¿Cómo meditar, pues, a partir del OM?

Hay dos posibilidades: que toda la meditación esté centrada en el OM, o bien que lo pronuncies algunas veces al inicio de ésta, para continuar utilizando algún otro medio.
Tanto en un caso como en otro, comienzas, pues, como siempre, con algunas respiraciones profundas y completas y con un breve repaso de las sensaciones corporales.

Entonces inspiras profundamente y, relajando la garganta y dejando que el sonido provenga del fondo del pecho, es decir, de la zona del diafragma, abres bien la boca y dejas salir el OM: más como un sonido que se pronuncia él mismo en ti y que tú acoges conscientemente, que no que lo pronuncias tú activamente. Es como si todo el universo estuviera pronunciando el OM constantemente y tú simplemente lo dejaras resonar en tu cabeza y en todo tu cuerpo. Mantienes el sonido tanto como te sea confortablemente posible, dejando que su vibración recorra todo tu cuerpo, especialmente la columna vertebral, y resuene en el interior de la cabeza como si apartara amablemente todo otro pensamiento.

Lo haces tantas veces como desees, hasta que sientas el deseo espontáneo de quedarte en silencio.

Probablemente el OM continuará todavía resonando en tu interior, dándote una agradable sensación de integración, de armonía y de silencio interior que te facilitará y te invitará –por decirlo así- a “perderte” en el Gran Silencio.

Si te descubres de nuevo con la mente activa o distraída, puedes volver a hacer el OM, de viva voz o interiormente, repitiendo el proceso anterior.


RECUERDA: periódicamente, voy presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los voy dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.












sábado, 13 de julio de 2019

Stop 17









“El día en que enseñes al niño
el nombre del pájaro…,
desde ese día el niño
no volverá a ver el pájaro”

Krishnamurti

Si no miras las cosas a través
de tus conceptos,
nunca te aburrirás.
Cada cosa es única.
Cada gorrión es diferente de los demás,
a pesar de sus similitudes.


Despertar, p. 126

sábado, 6 de julio de 2019

Un espacio para ser yo

Un espacio para ser yo







¿Por qué amo tanto el silencio?, me he preguntado a menudo. ¿Por qué proyecto en él quién sabe qué delicias? ¿No será el silencio un mito –me he dicho-, el reducto donde introduzco un poco de paraíso en esta tierra de ruidos? Y he concluido que el silencio y la soledad me han fascinado tanto porque son los espacios perfectos para ser yo y, ¡cómo no!, también para dejar de serlo.
            Pablo d’Ors
El olvido de sí, p. 236-37