sábado, 30 de noviembre de 2019

Ejercicio 17: Abriéndonos desde cada chacra

Ejercicio 17
Abriéndonos desde cada chacra




El ejercicio que ahora haremos y el próximo, antes que transcender el yo individual, lo incluyen, haciendo un trabajo curativo e integrador: se basa en la descripción de los diferentes chacras o centros de energía que nos hace el yoga, abriendo cada uno de ellos y trabajando, consecuentemente, aquella determinada parte de nuestra persona que aquel chacra regula o canaliza.

La sabiduría del yoga nos dice que los chacras (palabra sánscrita que quiere decir “rueda”) son a la vez centros de energía y de consciencia que regulan y canalizan la energía psíquica que afecta las diferentes facetas de nuestra vida.

Pese a que hay muchos centros de energía psíquica o chacras, se suele hablar de siete chacras principales:

1.    El primer chacra está situado en la base de la columna vertebral, o mejor, al perineo y se le atribuye el color rojo. Sería el que hace referencia al ser material que somos y que nos conecta, por tanto, con el mundo de la materia: este chacra regula nuestra relación con la materia y aquello que la simboliza, como es el dinero.

2.    El segundo chacra está justo encima de los genitales y se suele visualizar de color naranja. Es el centro que canaliza y expresa la energía sexual. Nos conecta, por tanto, con la propia especie, la humana. Determinados miedos referidos a la sexualidad se expresan en bloqueos energéticos en este centro. Abriéndolo conscientemente ayudará, por tanto, a resolver aquellos miedos.

3.    El tercer chacra se encuentra en la zona del ombligo y se le atribuye el color amarillo. Es el chacra de la sensualidad: estaría, pues, relacionado con todo lo que hace referencia al placer que nos puede llegar por cualquiera de los sentidos.  En este centro energético encontramos las emociones en su expresión más básica –a menudo escondidas en el inconsciente y aflorando a la superficie a través de síntomas físicos –como la alegría, el miedo, la tristeza, la ira, o el amor (expresado en este centro como el deseo o tendencia a la aproximación al otro, que culminaría en el emparejamiento).

4.    El cuarto chacra lo situamos en la zona del pecho (toda la zona del corazón, que abarca el corazón físico –hacia la parte izquierda-, el psíquico –en el centro del pecho- y el espiritual –hacia la derecha del pecho-) y lo visualizamos de color verde. Es el centro energético relacionado con la consciencia del yo y de la afectividad. Canaliza el amor en tanto que sentimiento de afecto.

5.    El quinto chacra está situado en el cuello, en la zona de la garganta, y se le atribuye el color azul oscuro. Lo definimos como el chacra de la expresión del ego, porque es el centro que regula la expresión del ser individual de cara al exterior (la voz se produce en esta zona del cuerpo). Está conectado de manera especial con el resto de chacras anteriores, de tal manera que si este centro está abierto o relajado, ayuda a los otros a abrirse o relajarse; y a la inversa: acusa los bloqueos o tensiones que pueda haber en los centros más bajos.

6.    El sexto chacra lo situamos en el entrecejo y le atribuimos el color morado. Este centro regula la actividad mental –intelecto-, al mismo tiempo que está conectado con la intuición y las facultades que llamamos “paranormales o de la mente superior” (por eso hay quien se refiere al él como “el tercer ojo”).

7.    El séptimo chacra lo situamos sobre la parte alta de la cabeza, y sería de color blanco brillante o dorado. Es el centro del amor altruista. Es el centro que nos conecta con todo el universo haciéndonos sentir como parte de un todo, vinculados por una realidad difícil de definir que frecuentemente llamamos “amor”.  

Pese a que la experiencia espiritual transciende el nivel de las energías psíquicas en que se da la actividad de los siete chacras, hay tres que tienen un papel especial: como si tuvieran también una cierta relación con el despertar o la consciencia espiritual, de tal manera que la concentración en estos centros ayuda a aquella consciencia, y a la inversa, la consciencia espiritual tiene también ciertas repercusiones en estos tres centros energéticos.

Los tres chacras son los siguientes: 1) El cuarto, el del corazón, que nos lleva a tomar consciencia del Absoluto como Presencia. 2) El sexto, el del entrecejo, que lleva tomar consciencia del Absoluto como Luz. 3) El séptimo, el de arriba del todo, que nos abre al Amor Universal como consciencia de No-Dualidad, y que se expresa concretamente en este chacra como una Fuerza que viene de arriba.

De aquí que muchos maestros espirituales insistan básicamente en la concentración en estos tres centros, en vistas al despertar espiritual.

En este punto de nuestro proceso meditativo –si lo has ido siguiendo- puede serte útil la práctica del siguiente ejercicio:

Comienza, como siempre, por unas cuantas respiraciones profundas y la consciencia corporal…

Ahora practica durante unos minutos lo que aprendimos en el ejercicio 5. Imagina que te abres a la energía que viene de arriba, cuando inspiras, entrando por la parte alta de la cabeza, y, atravesando toda la columna vertebral, déjala marchar por la parte baja del tronco a tierra. Y al expirar imagina que dejas circular la energía por la parte delantera del tronco, yendo desde el suelo hasta arriba de tu cabeza… Permanece, pues, haciendo este circuito energético durante un rato…

Comienza ahora a detenerte, durante la expiración, en el primer chacra –el que te conecta con la materia- en la base de la columna, visualizándolo de color rojo y imaginando que lo abres más y más a la libre circulación de la energía que has inspirado, dejando que salga por este centro, hacia adelante o en todas las direcciones.

Después de algunas respiraciones, pasa a concentrarte en el segundo chacra –el de la sexualidad- sobre los genitales, visualizándolo de color naranja, y haciendo como si lo abrieras también en cada expiración…

Pasa ahora al tercer chacra –el de la sensualidad- a la altura del ombligo, imaginándolo de color amarillo, y abriéndolo también a la energía que te llega de abajo y que proyectas hacia adelante o en todas las direcciones…

Y a continuación haces lo mismo con el cuarto chacra –el del corazón, en la zona del pecho- de color verde, abriéndolo más y más…

Y ahora te concentras en el quinto chacra –el de la expresión del ego- a la altura de la garganta, de color azul oscuro. Siente que relajas y abres más y más esta parte, dejando que la energía circule libremente y se proyecte hacia afuera…

Pasa a continuación al sexto chacra el de la frente- de color morado. Ábrelo más y más a la energía que respiras…

Y ahora toma consciencia del último chacra –sobre la cabeza-, de color blanco brillante, sintiendo que aquí la energía se expande en todas las direcciones, que tu consciencia también se expande, que tú también te expandes, que todo es simplemente Uno… Paz… Plenitud… Silencio…

Puedes repetir este circuito más de una vez –si así lo sientes-, al mismo tiempo que puedes detenerte en cada centro el tiempo que quieras.


Sí que es aconsejable que si te decides a explorar la bondad de este ejercicio, no lo pases rápidamente, sino que lo hagas unos cuantos días seguidos, ya que es un ejercicio laborioso en el que los primeros días trabajarás principalmente con la imaginación, pendiente, además, de hacerlo correctamente. Sólo con una cierta práctica continua constatarás que cuando hablamos de energía o de abrir los chacras experimentas algo más que imaginación. Y que la integración o los efectos terapéuticos son reales.



RECUERDA: periódicamente, voy presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los voy dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.












sábado, 23 de noviembre de 2019

Stop 21






Sentado tranquilamente, 
sin hacer nada.
La primavera llega 
y la hierba crece 
por sí sola.


Poema Zen




sábado, 16 de noviembre de 2019

Willigis Jäger: Por el camino de la ejercitación espiritual



Willigis Jäger
Por el camino
de la ejercitación espiritual



Todo está en constante movimiento. Nada es estable, nada perdura. Lo sabemos y, sin embargo, la mayoría del tiempo corremos como con anteojeras por la vida y creemos que lo auténtico todavía está por venir.
Pero si nos internamos en un camino espiritual, reconocemos inmediatamente nuestra caducidad y experimentamos al mismo tiempo cuánto estamos apegados a las cosas, cuánto nos vemos atrapados por las pasiones y por la avidez, y cuánto corremos sin cesar tras nuestras representaciones e ideas de la felicidad, sin reconocer que todo ya está dado, pues la plenitud de nuestra vida está en el aquí y ahora.
Saber acerca de nuestra caducidad nos llena de miedo. Sentimos nuestra alienación de la vida e intentamos recomponer los añicos de nuestro yo con ayuda de programas psicológicos.
Pero por un camino de ejercitación espiritual no se procede a recomponer nada. Antes bien, ese camino nos conduce hacia el fondo, allí donde no hay división alguna. Por ese camino no puede alcanzarse nada: la consigna es, simplemente, llegar a donde ya estamos y somos, y donde siempre estábamos y éramos. Nos abrimos a lo que es. Por eso, el camino no es el hacer, sino el ser.
Se trata de salir hacia nuestra verdadera esencia. Nuestra verdadera esencia es vacía, omnipresente, silenciosa y pura. No obtenemos nada para añadirle. Sólo despertamos. El camino hacia ahí pasa por una praxis espiritual que nos apoya en el desasimiento, hasta que ya no estamos apegados a nada. La transformación se opera en nuestro interior y nos posibilita una forma totalmente nueva de vivir el momento.
No podemos esperar de nuestro yo que abandone tan contento su dominio. Pero justamente esto es lo que exige de nosotros todo verdadero camino espiritual. Por eso, en el zen decimos: muere en tu cojín.
“Tienes que nacer de nuevo”, dice Jesús. ¡Muere y deviene! Pues en la medida en que nuestro pequeño yo muere –ese angustiado, desesperado, agresivo, oportunista y demasiadas pocas veces jovial conglomerado de procesos psíquicos- podemos acceder a nuestro verdadero ser y experimentar confianza, alegría y certidumbre en el oscilar propio de nuestra cambiante vida. De este proceso surge un yo nuevo, fuerte, que vive a partir de ese fondo primordial.
Esto se dice con facilidad, pero en la realidad se presenta mucho más difícil. Cuando el médico comunica a un paciente que tiene cáncer, cuando alguien pierde una pierna en un accidente, cuando las personas pasan a necesitar cuidados continuos, cuando los padres pierden a un hijo, entonces estas palabras adquieren un significado totalmente distinto, un significado trágico. Ninguno de nosotros, si es sincero, puede dar un “sí” de corazón a todas las situaciones de su vida.
Tampoco se nos exige: lo que se nos exige es aceptar la situación que no podemos transformar. En la aceptación de lo que no podemos cambiar se cifra el auténtico proceso de transformación.

Sabiduría eterna, p. 18-20

sábado, 9 de noviembre de 2019

Cuento 19: Los expertos








LOS EXPERTOS

Un cuento Sufí:
Un hombre a quien se consideraba muerto
fue llevado por sus amigos para ser enterrado.
Cuando el féretro estaba a punto
 de ser introducido en la tumba,
el hombre revivió inopinadamente y comenzó
 a golpear la tapa del féretro.

Abrieron el féretro y el hombre se incorporó.
«¿Qué estáis haciendo»?, dijo a los sorprendidos asistentes.
«Estoy vivo. No he muerto».

Sus palabras fueron acogidas con asombrado silencio.
 Al fin, uno de los deudos acertó a hablar:
«Amigo, tanto los médicos como los sacerdotes
 han certificado que habías muerto.
Y ¿cómo van a haberse equivocado los expertos?».

 Así pues, volvieron a atornillar la tapa del féretro

 y lo enterraron debidamente.









sábado, 2 de noviembre de 2019

Ejercicio 16: Respirar amor


Ejercicio 16
Respirar amor






COMENZAREMOS AHORA UNA SERIE de ejercicios más relacionados con el sentir que con la visualización o la escucha, como han sido los anteriores.

El primer ejercicio es muy sencillo y hace referencia a un término, el Amor, difícil de definir, pero del significado del cual todos tenemos una cierta intuición vital, que yo diría que va asociada a la vivencia de “salir de sí mismo”, de “vaciarse”, de “expandirse”, de “reencontrarse en el otro”, de “autotranscenderse”, etc.

Una vez realizados ya los primeros pasos de respiraciones completas y toma de consciencia de las sensaciones corporales, llevamos la atención al “lugar del corazón” y permanecemos unos cuantos minutos, respirando tranquilamente…

A continuación, hacemos como si en cada nueva espiración saliera de nuestro “corazón de la derecha” una ola de Amor, que tiene fuerza por ella misma y a la que nosotros simplemente canalizamos y damos paso.

Su alcance sería, en cada respiración, más amplio: así comenzaría cogiendo nuestro propio ser individual –tanto el cuerpo físico como el psiquismo-, llenándolo de energía amorosa y sanadora…

A continuación, la onda amorosa llegaría a nuestro entorno inmediato –espacio y personas-, para continuar extendiéndose por nuestra ciudad, país, etc., hasta sentir que nos expandimos a todo el universo…

Permanecemos en la consciencia de ser Amor, nada más que Amor, que lo une todo, que lo simplifica todo, que lo completa todo, ya ahora…

Es esta vivencia la que hace exclamar a las personas que lo viven, de manera incomprensible y aparentemente cínica para los que les escuchan desde otro nivel de consciencia: “TODO ES BUENO”.



RECUERDA: periódicamente, voy presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los voy dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.