sábado, 27 de junio de 2020

Cuento 25: La oración puede ser peligrosa






LA  ORACIÓN  PUEDE  SER PELIGROSA

He aquí una de las historias predilectas del Maestro de sufí Sa'di de Shiraz:

Cierto amigo mío estaba encantado de que su mujer hubiera quedado embarazada.
El deseaba ardientemente tener un hijo varón
y así se lo pedía a Dios sin cesar,
haciéndole una serie de promesas.

Sucedió que su mujer dio a luz a un niño,
por lo que mi amigo se alegró enormemente e invitó a una fiesta a toda la aldea.

Años más tarde, volviendo yo de La Meca,
pasé por la aldea de mi amigo y me enteré de que estaba en la cárcel.

«¿Por qué? ¿Qué es lo que ha hecho?», pregunté.

Sus vecinos me dijeron:
«Su hijo se emborrachó, mató a un hombre y salió huyendo. De manera que arrestaron al padre y lo metieron en la cárcel».


Es verdad que pedir a Dios insistentemente lo que deseamos es un ejercicio realmente loable. Pero es también muy peligroso.





sábado, 20 de junio de 2020

Me gusta o no



Como casi todo el mundo, también yo ando siempre persiguiendo lo que me agrada y rechazando lo que me repele. Estoy un poco harto de vivir así: atraído o repelido, corriendo en pos de algo o, por el contrario, alejándome de ello todo lo posible. Una existencia que discurre tomando y repudiando termina por resultar agotadora, y me pregunto si no sería posible vivir sin imponer a la vida nuestras preferencias o aversiones. 

Es a esto precisamente a lo que llama la meditación: a no imponer a la realidad mis propias filias o fobias, a permitir que esa realidad se exprese y que pueda yo contemplarla sin las gafas de mis aversiones o afinidades. Se trata de tener el receptáculo que yo soy cuanto más limpio mejor, de modo que el agua que se vierta en él pueda distinguirse en toda su pureza. Sería estupendo ver algo sin pretensiones, gratuitamente, sin el prisma del para mí. Es posible, hay gente que lo ha hecho. ¿Por qué yo no?


Más que uno con el mundo, lo que queremos es que el mundo se pliegue a nuestras apetencias. Nos pasamos la vida manipulando cosas y personas para que nos complazcan. Esa constante violencia, esa búsqueda insaciable que no se detiene ni tan siquiera ante el mal ajeno, esa avidez compulsiva y estructural es lo que nos destruye. No manipular, limitarse a ser lo que se ve, se oye o se toca: ahí radica la dicha de la meditación, o la dicha sin más, para qué calificarla.

Me gusta o no me gusta: es así como solemos dividir el mundo, exactamente como lo haría un niño. Esta clasificación no solo resulta egocéntrica, sino radicalmente empobrecedora y, en último término, injusta. Por difundido que esté vivir persiguiendo lo que nos agrada y rehuyendo lo que nos desagrada, semejante estilo de vida hace de la vida algo agotador. Lo que nos disgusta tiene su derecho a existir; lo que nos disgusta puede incluso convenirnos y, en este sentido, no parece inteligente escapar de ello. Bajo una apariencia desagradable, lo que nos disgusta tiene una entraña necesaria. Por medio de la meditación se pretende entrar en esa médula y, al menos, mojarse los labios con su néctar.



  

sábado, 13 de junio de 2020

Stop 25








Un monje dijo a Joshu:
“Acabo de entrar en el monasterio.
Por favor, enséñame”.

Joshu le preguntó:
“¿Has comido ya tu sémola de arroz?”.

El monje contestó:
“Ya la he comido”.

Joshu dijo:
“Entonces deberías lavar tu tazón”.

                                          Koan  Zen

sábado, 6 de junio de 2020

Ejercicio 20: Yo soy tú


Ejercicio 20
Yo soy tú





Antes de proponerte un nuevo ejercicio, quiero referirme a una distinción que hace la tradición hindú. Esta tradición señala tres “caminos” (margas) para llegar a la “realización” espiritual:

Karma-marga, o camino de la acción desinteresada: este camino pone el acento en actuar sin aferrarnos al éxito o fracaso de nuestra actividad –a partir de las expectativas que nos habíamos hecho-. Este camino purificaría el ego en tanto que no le permite asirse a los frutos de su acción.

BhaKti-marga, o camino de la devoción: este camino parte de la consciencia de dualidad que tiene la persona humana, que se siente diferente y separada de la Divinidad, y que pretende establecer una relación amorosa y de mutuo conocimiento. Supone, por tanto, un Yo y un Tú en diálogo.

Jñana-marga, o camino del conocimiento: este camino parte de la situación de ignorancia radical en que se encuentra el individuo que se cree separado del Absoluto, y que necesitará un proceso de atención y discriminación continuados que le llevarán a disipar el velo de la ignorancia para que aparezca, radiante, la única Realidad, esencial y multiforme, de la cual él también “forma parte”, o mejor, es una expresión individual única.

Este camino pondrá un acento especial en la meditación, entendida como estado permanente de atención y discriminación, que nos haga caer en la cuenta del error que supone dar consistencia de realidad separada a los objetos de nuestra percepción, y que con un constante “neti, net” (“no es Eso, no es Eso”) remita nuestra atención a un “más allá” desconocido, que acabará revelándose como el fundamento de todo y a la vez la expresión creada de este fundamento, constituyendo una única Realidad.

Pasando ya al ejercicio de hoy, explico primero un conocido cuento oriental:

Dice que vuelve el amado a casa de la amada, después de largo tiempo sin verla, y, con el corazón deseoso, llama a la puerta con insistencia.

-          “¿Quién es?” –responde una voz, desde el interior.
-          “Soy yo, tu amado. ¡Ya estoy aquí, después de tanto tiempo!” –contesta el amado con impaciencia.
-          “No puedes entrar” –responde la voz del interior.
-          “¡Ábreme, por favor, que soy yo, y me muero de deseo de verte!”.
-          “No puedes entrar” –recibe por respuesta.

El amado marcha desconcertado, y vuelve a la semana siguiente para repetir el mismo diálogo:

-          “¿Quién hay?”
-          “¡Soy yo! Ábreme, por favor!”
-          “No puedes entrar”.

El amado no entiende nada y, totalmente confundido y desconcertado, decide marchar a digerir su pena en compañía de los ascetas solitarios del bosque, donde se entrega completamente a la meditación durante un tiempo. Pasado el cual, vuelve de nuevo a casa de su amada, donde la escena se repite.

-          “¿Quién hay?”
-          “Ábreme, que soy tu”.
Y al instante la puerta se abrió y su amada lo recibió con los brazos abiertos, diciéndole con ternura: 
“Ahora sí que puedes entrar: aquí no había lugar para dos”.

Este cuento nos da la clave del ejercicio:
-          Comienza, como siempre, con respiraciones profundas y la toma de consciencia corporal…
-          Ahora, respirando suavemente, evoca interiormente la presencia del Absoluto, más allá de toda sensación, pensamiento o sentimiento, y en cada respiración, repite suavemente en el lugar del corazón:

“Soy Tu” –como dirigiéndote a Él afirmando tu no-dualidad con Él. Permanece así el tiempo que desees…

-          Haz ahora un paso más: imagina que tú estás en silencio y que la voz que resuena en tu interior es precisamente la del Absoluto que te dice con inmensa ternura y amor: “SOY TU”. Disfruta de este diálogo el rato que quieras…
-          Posiblemente te verás empujado a entrar en un Silencio que abandona toda palabra, en el que ya no hay un Yo ni un Tu separados, porque el Amor los une en una misteriosa No-Dualidad



RECUERDA: periódicamente, voy presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los voy dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.