sábado, 6 de enero de 2018

Camino hacia el silencio




Para ir al Silencio es necesario venir del Silencio. Para desearlo, se ha de haber estado largamente en él. Sólo quien lo ha saboreado puede hablar de él sin profanarlo.
Progresivamente propondré  algunos ejercicios de camino hacia elSilencio, recogidos de la larga experiencia de Esteve Humet Él puede indicarnos el camino del silencio porque lo ha recorrido previamente. Bebiendo de dos fuentes de inspiración, el cristianismo y el hinduismo, su vida ha discurrido asimismo por una doble vertiente: la de la soledad -mediante la que profundizar en el Silencio- y la de la acogida –bien terapéutica o bien conectada con la meditación o la espiritualidad-. 
Caso de seguir los ejercicios tal como están presentados, él mismo recomienda seguirlos en el orden en que se encuentran, y hacer cada ejercicio unas cuantas veces, por ejemplo durante toda una semana, antes de pasar al siguiente. Pronto te darás cuenta de que algunos te resultan más agradables o fáciles que otros: hay personas que tienen más facilidad para visualizar que para sentir; otros, porque son más auditivos, se sienten muy cómodos repitiendo interiormente una palabra o frase y en cambio les cuesta más ayudarse con imágenes interiores. Conviene probarlo todo, y con el tiempo quedarse con aquellas prácticas que notas que te facilitan más el salto interior hacia el Silencio.
Todos los ejercicios propuestos quieren ser ayudas pero no ataduras. Todos son relativos, y por tanto opcionales. Todos son medios y no fines: la única finalidad es la plenitud del Silencio, y “Eso” ultrapasa todos los medios.

Finalmente, remarcar que el último despertar siempre transciende los conceptos mentales, y que no en vano los místicos hablan de las noches interiores para referirse a las fases del camino en que ya no es posible aferrarse a ninguna experiencia sensible o ni tan sólo a concepto alguno o creencia, para encontrar seguridades, y quedamos abocados a saltar hacia un gran Vacío liberador donde los límites entre el yo del individuo i el Tú del Absoluto se difuminan en una n0-dualidad que lo abarca todo, respetando la identidad de cada individuo y de cada creatura. Eso significa que si decides seguir estos ejercicios, creo que te aprovechará más si lo haces desde un corazón sencillo y abierto que no desde una mente excesivamente analítica que quisiera objetivarlo todo.




Periódicamente, iré presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los iré dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.














Preparándonos


Meditar es aprender a vivir en profundidad, no sólo durante la meditación sino durante todo el día. Más que a una actividad mental, la meditación que aquí se propone está referida a una práctica directamente conectada con el silencio interior, tanto en el objetivo final como en el propio proceso. El tiempo que dedicamos más específicamente es un tiempo fuerte de aprendizaje y de atención que va desvelando un trasfondo de consciencia que se mantiene más o menos despierto a lo largo del día y que va configurando una determinada manera de relacionarnos con nosotros mismos, con los otros y con el mundo.
Pronto percibirás la estrecha correlación que hay entre el cuerpo, la mente, los sentimientos o emociones y ese trasfondo. Por eso, este trasfondo, aun existiendo permanentemente, se hace más consciente cuanto más armónica sea la relación entre el cuerpo, el pensamiento y las emociones, es decir, lo que llamamos nuestro ser individual. Y a su vez, esta armonía dependerá también de las relaciones de nuestro ser individual con el exterior, como son el trabajo, las relaciones humanas, las actividades en general, la información, etc.

Sobre la duración de la sesión dedicada a meditar, es muy relativa: si no lo has hecho nunca, vale más comenzar por tiempos no demasiado largos, por ejemplo 15 minutos cada vez, para que no te resulte demasiado pesado o aburrido de entrada y dejes la práctica. Poco a poco verás que te hace bien estar más rato, como unos 30 minutos. Pero vale la pena tener presente que muchas veces meditar resulta árido y quizá aburrido, y que frecuentemente es entonces cuando estamos transcendiendo nuestro pequeño yo y sus deseos para irnos abriendo a un Yo que nos sobrepasa y expande. Por eso, resulta buena adecuada la práctica de asignarse una duración concreta para la meditación y, en principio, respetarla, tanto si estamos muy atentos y concentrados como si nos sentimos más distraídos o incómodos.


El ideal sería dedicar más de un tiempo al día, como por la mañana y al atardecer. Eso ayuda a crear un estado “meditativo” o de despertar de consciencia que se va convirtiendo en más permanente a lo largo de nuestro día.
Respecto de la actitud con que hemos de afrontar los ratos de meditación, es importante que sea de mucha gratuidad, es decir, que no nos dispongamos a vivir nada ya predeterminado, porque el presente siempre es inédito; ni queramos repetir experiencias pasadas en otros momentos de meditación, sino que nos dispongamos realmente a “perder el tiempo”, a “no hacer nada”. Disponte a meditar con la actitud del que va a hacer lo más inútil de su vida. Precisamente porque meditar no es hacer algo sino simplemente ser.
También es recomendable meditar con el estómago vacío o casi vacío, para facilitar una atención despierta. Y, en general, respecto de la dieta , se recomienda comer alimentos que no creen pesadez o que “intoxiquen” el estado general del cuerpo, sino que le den salud y energía.
Sobre la postura corporal: ¿se ha de meditar sentado en el suelo, sobre un cojín; o en una silla, o estirado, etc.?
La respuesta correcta sería que tanto da, porque la meditación es un estado de consciencia que no puede depender directamente de todo eso, pero la experiencia enseña que la posición que ayuda más es tener la espalda recta –que no quiere decir rígida-, en una actitud a la vez activa y relajada. Adopta la postura que te resulte más cómoda para poder pasar un rato sin moverte ni sufrir; con la condición de que tengas la columna vertebral recta.
Del mismo modo que es aconsejable coger hábitos relativos al tiempo dedicado a meditar, y hacerlo diariamente, siempre que sea posible, a las mismas horas, es también útil tener lugares especiales donde habitualmente meditemos. Va bien tener algún rincón de la casa en el que habitualmente meditemos y que se convierte como en nuestro pequeño santuario particular, que poco a poco se va cargando de una atmósfera especial que nos ayuda a despertar la atención interior.




RECUERDA: periódicamente, iré presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los iré dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.

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