Para ir al Silencio es
necesario venir del Silencio. Para desearlo, se ha de haber estado largamente
en él. Sólo quien lo ha saboreado puede hablar de él sin profanarlo.
Progresivamente propondré algunos ejercicios de camino hacia elSilencio, recogidos de la larga experiencia de Esteve Humet. Él puede
indicarnos el camino del silencio porque lo ha recorrido previamente. Bebiendo de dos fuentes de
inspiración, el cristianismo y el hinduismo, su vida ha discurrido asimismo por
una doble vertiente: la de la soledad -mediante la que profundizar en el
Silencio- y la de la acogida –bien terapéutica o bien conectada con la
meditación o la espiritualidad-.
Caso de seguir los ejercicios
tal como están presentados, él mismo recomienda seguirlos en el orden en que se
encuentran, y hacer cada ejercicio unas cuantas veces, por ejemplo durante toda
una semana, antes de pasar al siguiente. Pronto te darás cuenta de que algunos
te resultan más agradables o fáciles que otros: hay personas que tienen más
facilidad para visualizar que para sentir; otros, porque son más auditivos, se sienten muy cómodos
repitiendo interiormente una palabra o frase y en cambio les cuesta más
ayudarse con imágenes interiores. Conviene probarlo todo, y con el tiempo
quedarse con aquellas prácticas que notas que te facilitan más el salto interior hacia el Silencio.
Todos los ejercicios propuestos
quieren ser ayudas pero no ataduras. Todos son relativos, y por tanto
opcionales. Todos son medios y no
fines: la única finalidad es la plenitud del Silencio, y “Eso” ultrapasa todos
los medios.
Finalmente, remarcar que el
último despertar siempre transciende
los conceptos mentales, y que no en vano los místicos hablan de las noches interiores para referirse a las
fases del camino en que ya no es posible aferrarse a ninguna experiencia
sensible o ni tan sólo a concepto alguno o creencia, para encontrar
seguridades, y quedamos abocados a saltar
hacia un gran Vacío liberador donde los límites entre el yo del individuo i el Tú del Absoluto se difuminan en una n0-dualidad que lo abarca todo,
respetando la identidad de cada individuo y de cada creatura. Eso significa que
si decides seguir estos ejercicios, creo que te aprovechará más si lo haces
desde un corazón sencillo y abierto que no desde una mente excesivamente
analítica que quisiera objetivarlo todo.
Periódicamente,
iré presentando nuevos ejercicios en la Página
Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los
iré dejando en la página DESPIERTO Y
ATENTO.
Preparándonos
Meditar es
aprender a vivir en profundidad, no sólo durante la meditación sino durante
todo el día. Más que a una actividad mental, la meditación que aquí se propone
está referida a una práctica directamente conectada con el silencio interior,
tanto en el objetivo final como en el propio proceso. El tiempo que dedicamos
más específicamente es un tiempo fuerte de aprendizaje y de atención que va
desvelando un trasfondo de
consciencia que se mantiene más o menos despierto a lo largo del día y que va
configurando una determinada manera de relacionarnos con nosotros mismos, con
los otros y con el mundo.
Pronto percibirás
la estrecha correlación que hay entre el cuerpo, la mente, los sentimientos o
emociones y ese trasfondo. Por eso, este trasfondo, aun existiendo
permanentemente, se hace más consciente cuanto más armónica sea la relación
entre el cuerpo, el pensamiento y las emociones, es decir, lo que llamamos
nuestro ser individual. Y a su vez,
esta armonía dependerá también de las relaciones de nuestro ser individual con
el exterior, como son el trabajo, las relaciones humanas, las actividades en
general, la información, etc.
Sobre la duración de la sesión dedicada a meditar,
es muy relativa: si no lo has hecho nunca, vale más comenzar por tiempos no
demasiado largos, por ejemplo 15 minutos cada vez, para que no te resulte
demasiado pesado o aburrido de entrada y dejes la práctica. Poco a poco verás
que te hace bien estar más rato, como unos 30 minutos. Pero vale la pena tener
presente que muchas veces meditar resulta árido y quizá aburrido, y que
frecuentemente es entonces cuando estamos transcendiendo nuestro pequeño yo y
sus deseos para irnos abriendo a un Yo que nos sobrepasa y expande. Por eso,
resulta buena adecuada la práctica de asignarse una duración concreta para la
meditación y, en principio, respetarla, tanto si estamos muy atentos y
concentrados como si nos sentimos más distraídos o incómodos.
El ideal sería
dedicar más de un tiempo al día, como por la mañana y al atardecer. Eso ayuda a
crear un estado “meditativo” o de despertar de consciencia que se va
convirtiendo en más permanente a lo largo de nuestro día.
Respecto de la actitud con
que hemos de afrontar los ratos de meditación, es importante que sea de mucha gratuidad, es decir, que no nos
dispongamos a vivir nada ya predeterminado, porque el presente siempre es
inédito; ni queramos repetir experiencias pasadas en otros momentos de
meditación, sino que nos dispongamos realmente a “perder el tiempo”, a “no
hacer nada”. Disponte a meditar con la actitud del que va a hacer lo más inútil de su vida. Precisamente porque
meditar no es hacer algo sino
simplemente ser.
También es
recomendable meditar con el estómago vacío o casi vacío, para facilitar una
atención despierta. Y, en general, respecto de la dieta , se recomienda comer
alimentos que no creen pesadez o que “intoxiquen” el estado general del cuerpo,
sino que le den salud y energía.
Sobre la postura
corporal: ¿se ha de meditar sentado en el suelo, sobre un cojín; o en
una silla, o estirado, etc.?
La
respuesta correcta sería que tanto da, porque la meditación es un estado de
consciencia que no puede depender directamente de todo eso, pero la experiencia
enseña que la posición que ayuda más es tener la espalda recta –que no quiere decir rígida-, en una actitud a la vez activa y relajada. Adopta
la postura que te resulte más cómoda para poder pasar un rato sin moverte ni
sufrir; con la condición de que tengas la columna vertebral recta.
Del mismo
modo que es aconsejable coger hábitos relativos al tiempo dedicado a meditar, y
hacerlo diariamente, siempre que sea posible, a las mismas horas, es también útil tener lugares especiales donde
habitualmente meditemos. Va bien tener algún rincón de la casa en el que
habitualmente meditemos y que se convierte como en nuestro pequeño santuario particular, que poco a poco se
va cargando de una atmósfera especial
que nos ayuda a despertar la atención interior.
RECUERDA: periódicamente, iré
presentando nuevos ejercicios en la Página
Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los
iré dejando en la página DESPIERTO Y
ATENTO.
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