“Guardar silencio no significa meramente no
decir nada, sino prescindir de las oportunidades de huir y mantenerme tal como
soy. Renuncio no sólo a hablar, sino también a todas aquellas ocupaciones que
me aparatan de mí mismo. En el silencio me obligo a estar conmigo. El que lo
intenta descubre que, en un primer momento, no es agradable. Enseguida hacen
acto de presencia todos los pensamientos y sentimientos, emociones y estados de
ánimo, miedos y aversiones que podemos imaginar.
A menudo, los primeros minutos de silencio
nos desvelan nuestro desorden, el caos de nuestros pensamientos y nuestros
deseos. Un caos que resulta doloroso de soportar. Chocamos con las tensiones
internas que nos atemorizan. Pero en el silencio no se evacuan esas tensiones.
En el silencio descubrimos cómo estamos. El silencio es como un análisis de
nuestro estado.”
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