Ejercicio 19
Descansar en el Absoluto
EN TANTO QUE
PARTICIPANTES de una cultura que fomenta la actividad permanente, tanto por lo
que se refiere a la creación productiva como al mismo ocio, pienso que nos hace
bien contemplar la meditación como un espacio en el que no vamos a hacer una actividad más sino simplemente
a ser, y eso supone un profundo descanso de toda nuestra persona.
En la tradición
cristiana también encontramos una invitación al descanso del alma en las
palabras de Jesús: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo
os haré reposar”. Por eso nos hace bien contemplar la meditación como un tiempo
de reposo en profundidad. Es como si el Absoluto si hiciera dinamismo y
complejidad convirtiéndose en criatura en nosotros, porque para que nosotros
podamos encontrar el descanso
convirtiéndonos Absoluto en Él.
El proceso que
seguiremos en este ejercicio es muy similar al del ejercicio anterior, pero si
entonces insistíamos en abrir, ahora
lo hacemos en descansar:
- - Respiraciones
profundas y consciencia corporal…
- - Dedica
ahora unos minutos a afinar la atención interior introduciéndola en el Silencio
o en la Presencia –en definitiva, en la consciencia del Absoluto-, a partir de
la práctica que ya tienes y por el medio que te resulte más cómodo y habitual..
- - En
esta paz y quietud, toma consciencia de ti mismo en tanto que cuerpo físico, y con la certeza que el
Absoluto es el lugar donde tu cuerpo
puede encontrar el reposo perfecto; haz descansar
todo tu cuerpo en esta Realidad, Silencio, Plenitud… Y si alguna parte de tu
cuerpo está especialmente tensa, cansada, débil o quizá enferma, con mayor
motivo llévala al descanso en el Ser.
-
Contacta
ahora con tu mundo emocional, desde
la zona del estómago y del pecho. Quizá aparecerán movimientos emocionales
asociados a vivencias recientes o antiguas… Quizá hay calma, simplemente… Sea
como sea, descansa también todo tu
mundo emocional en el Ser.
- - Ves
a continuación a la zona de la frente, i toma conciencia de tu mundo mental, de tu intelecto, a veces
tan agitado, otras tan cansado, o tan espeso… Ahora, pues, es el momento del descanso en profundidad de tu
pensamiento. No tengas en cuenta si la mente está en actividad o no, ni hagas
nada para detenerla… Ahora, simplemente, hazla descansar en el Absoluto…
Lleva la atención más adentro: a aquel yo que está detrás de todos los procesos
anteriores y que los aglutina en un yo individual que llamas con tu propio
nombre. La zona corporal para acercarte sería la del corazón de la derecha. Demasiado acostumbrado a consumir mucha
energía al creerse separado de los otros y de todo, y a comprimirse en unos
límites estrechos, agradece la invitación a descansar en el Ser, pero la
inercia a mantenerse comprimido no
siempre lo hace fácil… En un salto de
confianza, “como un niño en la falda de la madre”, descansa todo tú en el ser hasta que no haya finalmente nadie que descanse… hasta que sólo haya Descanso…
Me gusta esta oración judía:
“Mi corazón no es
ambicioso, Señor. No son altivos mis ojos
Vivo sin pretensiones de
grandeza o de cosas demasiado elevadas para mí.
Me mantengo en una paz
tranquila, como un niño en la falda de su madre esperando tus dones… (Salmo 130)
No hay comentarios:
Publicar un comentario