Los
cuatro mantras
Todos, incluso un niño, podemos practicar los Cuatro Mantras.
Estos mantras te ayudan a cultivar la escucha profunda y la plena presencia en
la relación que mantienes contigo mismo y con los seres queridos. Un mantra es
una especie de fórmula mágica que puede transformar una situación al instante.
La eficacia de esta práctica reside en tu plena conciencia y en tu
concentración. Sin estos elementos, no funcionará.
Para practicar los mantas es esencial aquietar tus pensamientos
y sentirte sereno y espacioso por dentro. De lo contrario, no podrás estar
realmente ahí para los demás. Mantén esa calma y espaciosidad incluso cuando la
otra persona te responda. Sobre todo, cuando practiques el tercer y el cuarto
mantras, si la otra persona tiene algo que decirte, asegúrate de seguir tu
respiración y de escucharla en silencio y con paciencia, sin juzgarla ni
reaccionar. Cuando pronuncias los Cuatro Mantras estás usando el silencio
interior, junto con unas pocas palabras cuidadosamente elegidas, para traer
curación, reconciliación y entendimiento mutuo. Estás haciendo espacio dentro
de ti y ofreciendo tu espaciosidad a la otra persona.
El primer mantra es: “Querido/a,
estoy aquí para ti”. Cuando amas a alguien deseas ofrecerle lo mejor de ti
y eso es tu auténtica presencia. Sólo puedes amar cuando estás aquí, cuando estás presente al cien por
cien. Si recitas mecánicamente el mantra, no servirá de nada. Estarás aquí si
eres consciente mientras respiras o caminas, o haces cualquier otra cosa que te
ayude a estar presente como una persona libre para ti y para la persona amada.
Usa primero este mantra contigo mismo, para volver a ti y crear en tu interior
el silencio y el espacio que te permitirán estar realmente presente para la
otra persona y decir de verdad el mantra.
El segundo mantra es: “Querido/a,
sé que estás aquí y soy muy feliz”. Amar significa advertir la presencia de
la persona amada. Y sólo podrás hacerlo después de haberte preparado diciendo
este mantra, ya que a no ser que
estés aquí al cien por cien, no
reconocerás la presencia del otro por completo, aunque sienta que le quieres
mucho.
Al estar presente y atento te das cuenta de cuándo la persona
que amas está sufriendo. En ese momento intenta al máximo estar plenamente
presente. Y luego acércate a ella y pronuncia el tercer mantra: “Querido/a, sé
que estás sufriendo, por eso estoy aquí para ti”. Cuando sufres, quieres que la
persona que amas se dé cuenta de tu sufrimiento, es algo muy humano y natural.
Si no se percata de él o lo ignora, sufres mucho más. De manera que usa este
mantra para comunicarle que eres consciente de su sufrimiento; saberlo le
producirá un gran alivio. Incluso antes de hacer
nada para ayudarla, su sufrimiento ya habrá disminuido.
El cuarto mantra, que no necesitarás decir a menudo (aunque es
muy poderoso cuando te hace falta) es: “Querido/a,
estoy sufriendo. Ayúdame, por favor”. Lo pronuncias cuando estás sufriendo,
sobre todo al creer que el sufrimiento te lo ha causado otro. Y cuando ese otro
es la persona que más amas, todavía sufres más. Así que te acercas a ella y,
advirtiendo tu doloroso sentimiento, pronuncias con todo tu ser el cuarto
mantra: “Querido/a, estoy sufriendo mucho. Ayúdame, por favor”. Dilo
aunque te
cueste. A base de práctica lo conseguirás. Cuando sufres quieres estar solo.
Aunque la otra persona intente acercarse para hacer las paces contigo, te
sigues aferrando a tu enojo. Es una reacción muy humana y habitual. Pero cuando
amamos a una persona, la necesitamos,
sobre todo si estamos sufriendo. Crees que ha sido ella la que te ha hecho
sufrir, pero ¿estás seguro? Es posible que estés en un error. Tal vez no pretendía
hacerte daño. Quizá la has malinterpretado o te has hecho una idea equivocada
de la situación.
No te apresures a decir este mantra. Cuando sientas que estás
preparado, acércate a la persona amada, respira hondo y sé tú mismo al cien por
cien. Y entonces di el mantra con todo
tu ser. Tal vez no quieras hacerlo. Quizá estés deseando soltarle que ya no la
necesitas. Después de todo, te ha hecho daño. Pero no dejes que tu orgullo se
interponga entre los dos. En el amor verdadero el orgullo no tiene cabida. Si
tu orgullo no desaparece, sabrás que debes practicar para transformar tu amor
en amor auténtico. Meditar caminando, meditar sentado y observar tu respiración
con regularidad para recuperar la calma te ayudará a usar sin ningún problema
el cuarto mantra la próxima vez que estés sufriendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario