sábado, 28 de diciembre de 2019

Ejercicio 18: Abriéndonos desde todo el ser

Ejercicio 18
Abriéndonos desde todo el ser







EL PROCESO MEDITATIVO es un proceso de apertura y de expansión de consciencia. Si en el ejercicio anterior esta expansión de consciencia nos llegaba a través de un recorrido por los diferentes centros de energía o chacras, ara el proceso que proponemos es un poco diferente, aunque próximo: se trata de ir abriendo a la consciencia expandida –que en este ejercicio llamaremos “vida” o “energía universal”- cada nivel de nuestro ser: el físico, el psicológico (emocional y mental), para acabar expandiendo también la consciencia del yo individual subyacente a los procesos mentales y emocionales.

El ejercicio es el siguiente:

Respiraciones profundas y consciencia corporal…

Una vez has hecho el repaso del cuerpo, parte por parte, permanece en la consciencia del cuerpo como un todo.
Imagina ahora que abres cada célula a la Vida: como si cada célula perdiera densidad física y se hiciera permeable a la Energía del universo. Siente como si todo tu cuerpo físico se fuera volviendo más y más sutil, hasta diluirse en esta Energía universal.

Dirige ahora la atención a la zona del estómago y del pecho, donde se aloja nuestro mundo de emociones y sentimientos, mundo con unas cargas energéticas a veces muy intensas y que pueden causarnos muchos problemas si no sabemos o no llegamos a controlarlas. Es tu parte emocional, que conoces bien. Contacta globalmente, como un todo, e imagina que la vas abriendo también a la Energía del universo, a la Vida. La abres más y más hasta sentir como si finalmente se diluyera también en esta Energía cósmica sutil.

Dirige ahora la atención a la zona de la frente, la sede del intelecto y sus procesos mentales. Esta mente frecuentemente tan incontrolada y que nos causa, a veces, por su íntima conexión con el mundo emocional, tantos problemas por no saberla detener cuando es necesario o pensar con más perspectiva y objetividad.

Imagina que abres también esta parte de tu yo –tu mundo mental- a la Energía cósmica, a la Vida, y que en la medida que se va expandiendo y se va fundiendo, los pensamientos van perdiendo fuerza… se vuelven más y más sutiles… y tu mente se queda como en blanco, en un agradable silencio…

Toma conciencia ahora de que eres espectador de todo este proceso: que detrás del cuerpo físico, del cuerpo emocional y del cuerpo mental, hay un yo que tiene un nombre propio y que se identifica con los niveles anteriores, haciéndoselos suyos.

Deja que este “yo” vaya expandiéndose más y más hasta diluirse en la Vida que llena todo el universo: experimenta la vivencia ahora que Tú eres Todo… Nada más que eso… Permanece en esta consciencia…




RECUERDA: periódicamente, voy presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los voy dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.





lunes, 23 de diciembre de 2019

Navidad

Navidad









“El éxito deforma nuestra visión de la realidad y, desde luego, la apreciación de nosotros mismos. A lo largo de mi vida he visto a menudo a las gentes del mundo caminando en una dirección y a mí en la contraria. Porque mientras el mundo busca fama, yo llevo treinta años buscando anonimato; ellos buscan riqueza y poder, yo, en cambio, pobreza y debilidad; todos quieren ser grandes, por mi parte elijo la pequeñez; no hay quien no desee triunfar, yo perder. Prefiero los últimos puestos a los primeros, la vida oculta a la pública y la humillación al encumbramiento. Por todo ello veo a menudo a las gentes del mundo caminando en una dirección y a mí en la contraria. Pero no soy el único; hay otros conmigo, solitarios todos, todos locos. Y el primero de la fila es el propio Jesucristo: el más loco de todos”.

sábado, 21 de diciembre de 2019

Cuento 21: Gritar para quedar a salvo... e incólume









GRITAR  PARA  QUEDAR  A  SALVO...
E INCÓLUME

Una vez llegó un profeta a una ciudad
con el fin de convertir a sus habitantes.
Al principio la gente le escuchaba cuando hablaba, pero poco a poco se fueron apartando,
hasta que no hubo nadie que escuchara,
las palabras del profeta.

Cierto día, un viajante le dijo al profeta: 
«¿Por qué sigues predicando? 
¿No ves que tu misión es imposible?».


Y el profeta le respondió
«Al principio tenía la esperanza de poder cambiarlos. 
Pero si ahora sigo gritando es únicamente para que no me cambien ellos a mí».







sábado, 14 de diciembre de 2019

Thomas Keating: Lo que la oración contemplativa no es



Thomas Keating
LO QUE LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA NO ES


El enumerar aquellas cosas que la oración contemplativa no es, puede ayudar a aclarar y poner en perspectiva lo que es.
El “primer” punto es que la contemplación no es un ejercicio de relajación, sino que ésta puede ser un efecto secundario. Es ante todo una relación y esto, de hecho, la convierte en algo intencional. No es una técnica, sino una oración. Cuando decimos “Oremos” lo que deseamos expresar es “Entremos en relación con Dios”, o “Profundicemos la relación que ya tenemos”, o “Practiquemos nuestra relación con Dios”. La meditación en silencio y quietud es un método para llevar nuestra relación progresiva con Dios hasta el nivel de fe pura. Fe pura es la fe que va más allá del nivel mental egoico y de la meditación discursiva y de ciertas acciones hasta alcanzar el nivel intuitivo de la contemplación. La meditación no está diseñada para que produzca una experiencia intensa como la que se puede lograr al ingerir Peyote o LSD. Tampoco es una forma de auto hipnosis. Simple y llanamente es un método que lleva a la oración contemplativa.
El “segundo” aspecto es que la contemplación no es un don carismático. Los carismas están diseñados para la edificación de la comunidad. Se puede ser contemplativo y carismático al mismo tiempo, y una persona puede no ser contemplativa y haber recibido uno o más de los dones carismáticos. En otras palabras, no tiene que existir, necesariamente, una conexión entre las dos cosas.
La oración contemplativa depende del crecimiento de la fe, la esperanza y la caridad o amor divino, y tiene que ver con la purificación, curación y santificación de la sustancia del alma y sus facultades. Los dones carismáticos sirven para la edificación de la comunidad local y pueden haber sido impartidos a personas que no necesariamente tienen que estar bien avanzadas en el camino espiritual.
Los dones carismáticos claramente existen para que se beneficien los demás. Incluyen la interpretación de las lenguas, la profecía, la curación, la administración, la palabra de sabiduría y la enseñanza inspirada.
La tradición católica nos enseña que el camino estrecho y recto de la oración contemplativa es el más seguro y fiable para lograr llegar a la santidad. Los dones carismáticos se consideran secundarios o imprevistos en ese camino. El proceso de transformación depende del crecimiento de la fe, la esperanza y la caridad o amor divino. La oración contemplativa es el fruto de dicho crecimiento y lo fomenta.
El “tercer” aspecto es que la oración contemplativa no es un fenómeno parapsicológico, como la precognición (saber de antemano), el conocimiento de lo que sucede en la distancia, el control sobre las funciones corporales, tales como los latidos del corazón y la respiración, experiencias como salirse del cuerpo, de levitación, y otros fenómenos extraordinarios de orden sensorial o psíquico. El nivel psíquico de la conciencia humana está por encima del estado mental egoico, que es el nivel general del desarrollo humano actual.
En todo caso, cualquier fenómeno de orden psíquico es como la crema que adorna un pastel, y no podemos sobrevivir sólo con eso. Por lo tanto, no debemos darle demasiada importancia a los dones psíquicos, ni pensar que la santidad se manifiesta por medio de fenómenos extraordinarios. La tradición cristiana siempre ha aconsejado que se eviten dentro de lo posible los dones extraordinarios, porque es difícil seguir siendo humilde una vez que se han recibido. Por experiencia se sabe que cuanto más extraordinarios sean los dones, tanto más difícil resulta desapegarse de ellos.
A primera vista los poderes extraordinarios, fisiológicos o psíquicos, aparentan ser cualidades humanas innatas que pueden desarrollarse al practicar ciertas disciplinas. Debe quedar bien claro que no tienen nada que ver con la santidad o con el crecimiento de nuestra relación con Dios. Creer que son la prueba de un gran desarrollo espiritual es un grave error.
En “cuarto” lugar la oración contemplativa no es un fenómeno místico. Al decir fenómeno místico, me refiero al éxtasis corporal, a las visiones interiores y exteriores, a palabras pronunciadas, expresadas en la imaginación, o impresas en el espíritu de la persona cuando alguna de estas son el resultado de la gracia especial de Dios en el alma. San Juan de la Cruz considera en El Ascenso al Monte Carmelo todo fenómeno espiritual imaginable, desde el más externo hasta el más interno, y ordena a sus discípulos que los rechacen todos. De acuerdo a su enseñanza, es la fe pura lo que tiene un significado más próximo a la unión con Dios.
Mucho más fiables que las visiones, locuciones y el proceso de razonamiento son las impresiones que el Espíritu impregna en la oración, hacia las cuales nos sentimos continua y suavemente inclinados. La voluntad de Dios no siempre es fácil de discernir; tenemos que pesar todas sus distintas indicaciones y luego decidir.
Llegamos entonces a la cuestión de las gracias místicas. Son las más difíciles de distinguir porque están demasiado entretejidas con nuestra psique. Al decir gracias místicas me refiero a la afluencia de la presencia de Dios en nuestras facultades o su radiante Presencia cuando nos invade espontáneamente. Los diferentes niveles de oración mística han sido descritos claramente por Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, e incluyen el recogimiento infundido, la oración de quietud, la oración de unión, la oración de unión plena, y finalmente la oración transformadora. ¿Es posible ser una persona contemplativa y llegar a la unión transformadora sin haber experimentado las gracias místicas como se han descrito? Estoy convencido de que es un error identificar el “experimentar” la oración contemplativa con la oración contemplativa en sí, que trasciende cualquier impresión que se tenga de la presencia radiante de Dios o de su afluencia en el espíritu.
¿Cuál es, entonces, la esencia de la oración contemplativa? El camino de la fe pura. Nada más. No es necesario que la sientas, sino que la practiques.




                                                                  Mente abierta, corazón abierto, p. 33-43



sábado, 7 de diciembre de 2019

Cuento 20: La flecha envenenada







LA FLECHA 
ENVENENADA

En cierta ocasión se acercó un monje a Buda y le dijo: «¿Sobreviven a la muerte las almas de los justos?».

Como era propio de él, Buda no respondió.

Pero el monje insistía. Y todos los días
volvía a hacerle la misma pregunta;
y un día tras otro recibía el silencio como respuesta. Hasta que no pudo soportarlo
y amenazó con abandonar el monasterio
si no le era respondida aquella pregunta de vital importancia para él;
porque ¿a santo de qué iba él a sacrificarlo todo para vivir en el monasterio, si las almas de los justos no iban a sobrevivir a la muerte?

Entonces Buda, compadecido, rompió su silencio
y le dijo:
«Eres como un hombre que fue alcanzado por una flecha envenenada y al poco tiempo estaba agonizando.
Sus parientes se apresuraron a llevar a un médico junto a él, pero el hombre se negó a que le extrajeran la flecha o se le aplicara cualquier otro remedio mientras no le dieran respuesta a tres importantes preguntas: Primero, el hombre que le disparó ¿era blanco o negro? Segundo, ¿era un hombre alto o bajo? Y tercero, ¿era un bracmán o un paria? Si no le respondían a estas tres preguntas, el hombre se negaba a recibir todo tipo de asistencia».
El monje se quedó en el monasterio.


Es mucho más placentero hablar del camino que recorrerlo; o discutir acerca de las propiedades de una medicina que tomarla.





sábado, 30 de noviembre de 2019

Ejercicio 17: Abriéndonos desde cada chacra

Ejercicio 17
Abriéndonos desde cada chacra




El ejercicio que ahora haremos y el próximo, antes que transcender el yo individual, lo incluyen, haciendo un trabajo curativo e integrador: se basa en la descripción de los diferentes chacras o centros de energía que nos hace el yoga, abriendo cada uno de ellos y trabajando, consecuentemente, aquella determinada parte de nuestra persona que aquel chacra regula o canaliza.

La sabiduría del yoga nos dice que los chacras (palabra sánscrita que quiere decir “rueda”) son a la vez centros de energía y de consciencia que regulan y canalizan la energía psíquica que afecta las diferentes facetas de nuestra vida.

Pese a que hay muchos centros de energía psíquica o chacras, se suele hablar de siete chacras principales:

1.    El primer chacra está situado en la base de la columna vertebral, o mejor, al perineo y se le atribuye el color rojo. Sería el que hace referencia al ser material que somos y que nos conecta, por tanto, con el mundo de la materia: este chacra regula nuestra relación con la materia y aquello que la simboliza, como es el dinero.

2.    El segundo chacra está justo encima de los genitales y se suele visualizar de color naranja. Es el centro que canaliza y expresa la energía sexual. Nos conecta, por tanto, con la propia especie, la humana. Determinados miedos referidos a la sexualidad se expresan en bloqueos energéticos en este centro. Abriéndolo conscientemente ayudará, por tanto, a resolver aquellos miedos.

3.    El tercer chacra se encuentra en la zona del ombligo y se le atribuye el color amarillo. Es el chacra de la sensualidad: estaría, pues, relacionado con todo lo que hace referencia al placer que nos puede llegar por cualquiera de los sentidos.  En este centro energético encontramos las emociones en su expresión más básica –a menudo escondidas en el inconsciente y aflorando a la superficie a través de síntomas físicos –como la alegría, el miedo, la tristeza, la ira, o el amor (expresado en este centro como el deseo o tendencia a la aproximación al otro, que culminaría en el emparejamiento).

4.    El cuarto chacra lo situamos en la zona del pecho (toda la zona del corazón, que abarca el corazón físico –hacia la parte izquierda-, el psíquico –en el centro del pecho- y el espiritual –hacia la derecha del pecho-) y lo visualizamos de color verde. Es el centro energético relacionado con la consciencia del yo y de la afectividad. Canaliza el amor en tanto que sentimiento de afecto.

5.    El quinto chacra está situado en el cuello, en la zona de la garganta, y se le atribuye el color azul oscuro. Lo definimos como el chacra de la expresión del ego, porque es el centro que regula la expresión del ser individual de cara al exterior (la voz se produce en esta zona del cuerpo). Está conectado de manera especial con el resto de chacras anteriores, de tal manera que si este centro está abierto o relajado, ayuda a los otros a abrirse o relajarse; y a la inversa: acusa los bloqueos o tensiones que pueda haber en los centros más bajos.

6.    El sexto chacra lo situamos en el entrecejo y le atribuimos el color morado. Este centro regula la actividad mental –intelecto-, al mismo tiempo que está conectado con la intuición y las facultades que llamamos “paranormales o de la mente superior” (por eso hay quien se refiere al él como “el tercer ojo”).

7.    El séptimo chacra lo situamos sobre la parte alta de la cabeza, y sería de color blanco brillante o dorado. Es el centro del amor altruista. Es el centro que nos conecta con todo el universo haciéndonos sentir como parte de un todo, vinculados por una realidad difícil de definir que frecuentemente llamamos “amor”.  

Pese a que la experiencia espiritual transciende el nivel de las energías psíquicas en que se da la actividad de los siete chacras, hay tres que tienen un papel especial: como si tuvieran también una cierta relación con el despertar o la consciencia espiritual, de tal manera que la concentración en estos centros ayuda a aquella consciencia, y a la inversa, la consciencia espiritual tiene también ciertas repercusiones en estos tres centros energéticos.

Los tres chacras son los siguientes: 1) El cuarto, el del corazón, que nos lleva a tomar consciencia del Absoluto como Presencia. 2) El sexto, el del entrecejo, que lleva tomar consciencia del Absoluto como Luz. 3) El séptimo, el de arriba del todo, que nos abre al Amor Universal como consciencia de No-Dualidad, y que se expresa concretamente en este chacra como una Fuerza que viene de arriba.

De aquí que muchos maestros espirituales insistan básicamente en la concentración en estos tres centros, en vistas al despertar espiritual.

En este punto de nuestro proceso meditativo –si lo has ido siguiendo- puede serte útil la práctica del siguiente ejercicio:

Comienza, como siempre, por unas cuantas respiraciones profundas y la consciencia corporal…

Ahora practica durante unos minutos lo que aprendimos en el ejercicio 5. Imagina que te abres a la energía que viene de arriba, cuando inspiras, entrando por la parte alta de la cabeza, y, atravesando toda la columna vertebral, déjala marchar por la parte baja del tronco a tierra. Y al expirar imagina que dejas circular la energía por la parte delantera del tronco, yendo desde el suelo hasta arriba de tu cabeza… Permanece, pues, haciendo este circuito energético durante un rato…

Comienza ahora a detenerte, durante la expiración, en el primer chacra –el que te conecta con la materia- en la base de la columna, visualizándolo de color rojo y imaginando que lo abres más y más a la libre circulación de la energía que has inspirado, dejando que salga por este centro, hacia adelante o en todas las direcciones.

Después de algunas respiraciones, pasa a concentrarte en el segundo chacra –el de la sexualidad- sobre los genitales, visualizándolo de color naranja, y haciendo como si lo abrieras también en cada expiración…

Pasa ahora al tercer chacra –el de la sensualidad- a la altura del ombligo, imaginándolo de color amarillo, y abriéndolo también a la energía que te llega de abajo y que proyectas hacia adelante o en todas las direcciones…

Y a continuación haces lo mismo con el cuarto chacra –el del corazón, en la zona del pecho- de color verde, abriéndolo más y más…

Y ahora te concentras en el quinto chacra –el de la expresión del ego- a la altura de la garganta, de color azul oscuro. Siente que relajas y abres más y más esta parte, dejando que la energía circule libremente y se proyecte hacia afuera…

Pasa a continuación al sexto chacra el de la frente- de color morado. Ábrelo más y más a la energía que respiras…

Y ahora toma consciencia del último chacra –sobre la cabeza-, de color blanco brillante, sintiendo que aquí la energía se expande en todas las direcciones, que tu consciencia también se expande, que tú también te expandes, que todo es simplemente Uno… Paz… Plenitud… Silencio…

Puedes repetir este circuito más de una vez –si así lo sientes-, al mismo tiempo que puedes detenerte en cada centro el tiempo que quieras.


Sí que es aconsejable que si te decides a explorar la bondad de este ejercicio, no lo pases rápidamente, sino que lo hagas unos cuantos días seguidos, ya que es un ejercicio laborioso en el que los primeros días trabajarás principalmente con la imaginación, pendiente, además, de hacerlo correctamente. Sólo con una cierta práctica continua constatarás que cuando hablamos de energía o de abrir los chacras experimentas algo más que imaginación. Y que la integración o los efectos terapéuticos son reales.



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sábado, 23 de noviembre de 2019

Stop 21






Sentado tranquilamente, 
sin hacer nada.
La primavera llega 
y la hierba crece 
por sí sola.


Poema Zen




sábado, 16 de noviembre de 2019

Willigis Jäger: Por el camino de la ejercitación espiritual



Willigis Jäger
Por el camino
de la ejercitación espiritual



Todo está en constante movimiento. Nada es estable, nada perdura. Lo sabemos y, sin embargo, la mayoría del tiempo corremos como con anteojeras por la vida y creemos que lo auténtico todavía está por venir.
Pero si nos internamos en un camino espiritual, reconocemos inmediatamente nuestra caducidad y experimentamos al mismo tiempo cuánto estamos apegados a las cosas, cuánto nos vemos atrapados por las pasiones y por la avidez, y cuánto corremos sin cesar tras nuestras representaciones e ideas de la felicidad, sin reconocer que todo ya está dado, pues la plenitud de nuestra vida está en el aquí y ahora.
Saber acerca de nuestra caducidad nos llena de miedo. Sentimos nuestra alienación de la vida e intentamos recomponer los añicos de nuestro yo con ayuda de programas psicológicos.
Pero por un camino de ejercitación espiritual no se procede a recomponer nada. Antes bien, ese camino nos conduce hacia el fondo, allí donde no hay división alguna. Por ese camino no puede alcanzarse nada: la consigna es, simplemente, llegar a donde ya estamos y somos, y donde siempre estábamos y éramos. Nos abrimos a lo que es. Por eso, el camino no es el hacer, sino el ser.
Se trata de salir hacia nuestra verdadera esencia. Nuestra verdadera esencia es vacía, omnipresente, silenciosa y pura. No obtenemos nada para añadirle. Sólo despertamos. El camino hacia ahí pasa por una praxis espiritual que nos apoya en el desasimiento, hasta que ya no estamos apegados a nada. La transformación se opera en nuestro interior y nos posibilita una forma totalmente nueva de vivir el momento.
No podemos esperar de nuestro yo que abandone tan contento su dominio. Pero justamente esto es lo que exige de nosotros todo verdadero camino espiritual. Por eso, en el zen decimos: muere en tu cojín.
“Tienes que nacer de nuevo”, dice Jesús. ¡Muere y deviene! Pues en la medida en que nuestro pequeño yo muere –ese angustiado, desesperado, agresivo, oportunista y demasiadas pocas veces jovial conglomerado de procesos psíquicos- podemos acceder a nuestro verdadero ser y experimentar confianza, alegría y certidumbre en el oscilar propio de nuestra cambiante vida. De este proceso surge un yo nuevo, fuerte, que vive a partir de ese fondo primordial.
Esto se dice con facilidad, pero en la realidad se presenta mucho más difícil. Cuando el médico comunica a un paciente que tiene cáncer, cuando alguien pierde una pierna en un accidente, cuando las personas pasan a necesitar cuidados continuos, cuando los padres pierden a un hijo, entonces estas palabras adquieren un significado totalmente distinto, un significado trágico. Ninguno de nosotros, si es sincero, puede dar un “sí” de corazón a todas las situaciones de su vida.
Tampoco se nos exige: lo que se nos exige es aceptar la situación que no podemos transformar. En la aceptación de lo que no podemos cambiar se cifra el auténtico proceso de transformación.

Sabiduría eterna, p. 18-20

sábado, 9 de noviembre de 2019

Cuento 19: Los expertos








LOS EXPERTOS

Un cuento Sufí:
Un hombre a quien se consideraba muerto
fue llevado por sus amigos para ser enterrado.
Cuando el féretro estaba a punto
 de ser introducido en la tumba,
el hombre revivió inopinadamente y comenzó
 a golpear la tapa del féretro.

Abrieron el féretro y el hombre se incorporó.
«¿Qué estáis haciendo»?, dijo a los sorprendidos asistentes.
«Estoy vivo. No he muerto».

Sus palabras fueron acogidas con asombrado silencio.
 Al fin, uno de los deudos acertó a hablar:
«Amigo, tanto los médicos como los sacerdotes
 han certificado que habías muerto.
Y ¿cómo van a haberse equivocado los expertos?».

 Así pues, volvieron a atornillar la tapa del féretro

 y lo enterraron debidamente.









sábado, 2 de noviembre de 2019

Ejercicio 16: Respirar amor


Ejercicio 16
Respirar amor






COMENZAREMOS AHORA UNA SERIE de ejercicios más relacionados con el sentir que con la visualización o la escucha, como han sido los anteriores.

El primer ejercicio es muy sencillo y hace referencia a un término, el Amor, difícil de definir, pero del significado del cual todos tenemos una cierta intuición vital, que yo diría que va asociada a la vivencia de “salir de sí mismo”, de “vaciarse”, de “expandirse”, de “reencontrarse en el otro”, de “autotranscenderse”, etc.

Una vez realizados ya los primeros pasos de respiraciones completas y toma de consciencia de las sensaciones corporales, llevamos la atención al “lugar del corazón” y permanecemos unos cuantos minutos, respirando tranquilamente…

A continuación, hacemos como si en cada nueva espiración saliera de nuestro “corazón de la derecha” una ola de Amor, que tiene fuerza por ella misma y a la que nosotros simplemente canalizamos y damos paso.

Su alcance sería, en cada respiración, más amplio: así comenzaría cogiendo nuestro propio ser individual –tanto el cuerpo físico como el psiquismo-, llenándolo de energía amorosa y sanadora…

A continuación, la onda amorosa llegaría a nuestro entorno inmediato –espacio y personas-, para continuar extendiéndose por nuestra ciudad, país, etc., hasta sentir que nos expandimos a todo el universo…

Permanecemos en la consciencia de ser Amor, nada más que Amor, que lo une todo, que lo simplifica todo, que lo completa todo, ya ahora…

Es esta vivencia la que hace exclamar a las personas que lo viven, de manera incomprensible y aparentemente cínica para los que les escuchan desde otro nivel de consciencia: “TODO ES BUENO”.



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sábado, 28 de septiembre de 2019

Willigis Jäger: ¡Descálzate!

¡Descálzate!


Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés dijo:
- Voy a acercarme a mirar este espectáculo tan admirable:
cómo es que no se quema la zarza.
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar,
lo llamó desde la zarza:
-  Moisés, Moisés.
Respondió él:
-  Aquí estoy.
Dijo Dios:
-  No te acerques. Quítate las sandalias de los pies,
pues el sitio que pisas es terreno sagrado.
(Ex. 3, 2-5)




¿Cómo puede el hombre vaciar su espíritu? Solo cuando el espíritu está desnudo puede comprender su propia naturaleza. Si Moisés no podía acercarse a la zarza sin quitarse los zapatos ¿no tendrías tú que liberarte antes de los pensamientos causados por la pasión para poderte acercar al Uno que está más allá de todos los pensamientos y conceptos? Abandona todo lo que te impida tener una experiencia sin imágenes de la realidad. Dios no está en los conceptos ni en las imágenes. Esto es lo que nos dice Evagrio Póntico (s. IV) en varios textos. En un espíritu lleno de imágenes no hay lugar para ese fondo originario, Dios. Sin la experiencia contemplativa no hay un conocimiento real de Dios. En este momento, en esta figura frágil, en este lugar, yo soy una expresión única e insustituible de esa realidad. El viejo paradigma decía: Somos seres humanos que hacen una experiencia espiritual. El nuevo paradigma dice: Somos seres espirituales, que hacen esa experiencia humana, o bien, somos “vida divina”, limitados por esa forma.

Para Evagrio, la catarsis del alma consiste en una liberación de todas las pasiones y una liberación del espíritu de todas las representaciones como condición para el retorno del hombre al fondo originario del que se había alejado. El “vaciarse” es condición para la unión, y cualquier idea o imagen lo impiden. Corresponde a la persona purificarse mediante la ascesis. La purificación produce una subida a niveles  cada vez más sutiles. El fin es una limpieza total del espíritu de todas las imágenes.
¡Descálzate! Evagrio reivindica con esta expresión una imagen del hombre totalmente distinta. Abandona el viejo esquema que dice que el espíritu está en el cerebro, en la inteligencia y en el sistema nervioso. Ese fondo originario, nuestra verdadera naturaleza, es una conciencia que no está encerrada en el cuerpo. Es tan amplia como el cosmos. Ese fondo originario no tiene nada que ver con nuestra conciencia racional. Es la potencia pura, el vacío cuántico, que se expresa en todo tipo de formas de naturaleza material, psíquica e intelectual. “Yo soy el que soy”. En ese “Yo soy” se encierra todo. Nada existe fuera. Yo soy una varilla totalmente individual de ese “abanico” de la realidad.
¡Descálzate! Somos una pieza de ajedrez totalmente individual en la que juega el fondo originario. Pero tenemos que tener en cuenta que somos los jugados, que existe algo mucho más amplio que juega en esa figura. El jugador y la figura con la que juega son uno. Dios mismo juega como esta figura que soy yo.
¡Descálzate! Tú eres una nota individual en esa “sinfonía de Dios” y tienes que sonar como esa “música de Dios”. La nota se apaga; sin embargo, la música que somos nosotros, la sinfonía, sigue sonando más allá de nuestra muerte. Somos los instrumentos de un gran músico. Somos vida divina que hace esta experiencia humana. Somos vida divina que se ha encarnado, que se ha hecho persona humana, que se ha encerrado en esa forma. Como en Jesús, este principio divino se ha hecho persona humana en cada uno de nosotros.
Descálzate y camina desnudo ante la zarza ardiente de la vaciedad. El universo no es más que un “campo de conciencia que llamamos Dios”, que continuamente se está materializando. Él se crea como nuestra forma humana y como el universo; quiere ser hombre en esta forma. Esta es la única razón por la que estoy aquí. Somos un paso de baile insustituible de ese bailarín que es Dios, único, singular, absolutamente importante. Somos los bailados. Dios se baila a sí mismo en ese paso de baile que soy yo.
¡Descálzate! ¡Compréndete de un modo totalmente distinto! Tu vida es un rito en el que Dios, esa realidad primigenia, se celebra a sí mismo.
¡Descálzate! No tengas a Dios por un objeto de culto. Él no quiere ser adorado en este monte o en el otro, sino que quiere ser conocido y vivido. Él es un proceso que llega a la perfección en nosotros y a través de nosotros. Nosotros, tal como somos, somos la culminación de lo divino que se manifiesta en el árbol como árbol, en el animal como animal, en el hombre como hombre. Nosotros somos “hombres-Dios”. ¡Solo quien ve arder la zarza, solo quien aprende a mirar por detrás de la estructura de su yo, se ha descalzado! La religión del mañana o nos conduce al nivel místico o no podremos saber cuál es el significado de nuestra vida. El hombre de mañana sobrepasará la barrera racional. Y cuando despierte, despertará al amor. Este conocimiento primigenio nos dice a los hombres que solamente en ese fondo primigenio encontramos sentido y significado para nuestra vida. Ante Dios no hay ningún más tarde sino solamente un ahora intemporal.
¡Descálzate! ¡Sé plenamente humano! Lo que el hombre llama “persona” es una persona falsa. Esta persona se vive a sí misma como una escisión de esa realidad primigenia. Utilizamos un lenguaje engañoso porque decimos “yo he nacido”, cuando en realidad deberíamos decir: ELLO ha nacido en mí. Nacer solo nace ese fondo originario. “Solo el Señor nace”, dice Bhagavad Gita.
A nosotros nos gusta considerar nuestro yo como algo independiente, como un núcleo, lo que somos en lo más íntimo. Al mismo tiempo nos vamos dando cuenta de que no disponemos de una situación del yo duradera.
El filósofo Thomas Metzinger desconfía del yo. Tiene razón al decir que estamos encerrados en el “túnel del yo”. El yo vivido conscientemente es un producto de nuestro cerebro; lo que nosotros consideramos verdadero no es nada más que un yo virtual en una realidad virtual. Debemos salir del “túnel del yo” para experimentar quiénes somos en realidad. Nuestra verdadera identidad está detrás. ¿Qué permanece cuando ya no domina nuestro yo? Lo que nos queda es lo que verdaderamente somos. Queda el fondo originario. ¡Descálzate! Deja fuera tus representaciones de un Dios; entonces experimentarás el “Yo soy”, que está más allá de todas las palabras e imágenes.


Contemplación, un camino espiritual, p. 37-43