sábado, 25 de enero de 2020

Ejercicio 19: Descansar en el Absoluto


Ejercicio 19
Descansar en el Absoluto





EN TANTO QUE PARTICIPANTES de una cultura que fomenta la actividad permanente, tanto por lo que se refiere a la creación productiva como al mismo ocio, pienso que nos hace bien contemplar la meditación como un espacio en el que no vamos a hacer una actividad más sino simplemente a ser, y eso supone un profundo descanso de toda nuestra persona.
En la tradición cristiana también encontramos una invitación al descanso del alma en las palabras de Jesús: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré reposar”. Por eso nos hace bien contemplar la meditación como un tiempo de reposo en profundidad. Es como si el Absoluto si hiciera dinamismo y complejidad convirtiéndose en criatura en nosotros, porque para que nosotros podamos encontrar el descanso convirtiéndonos Absoluto en Él.
El proceso que seguiremos en este ejercicio es muy similar al del ejercicio anterior, pero si entonces insistíamos en abrir, ahora lo hacemos en descansar:

-          - Respiraciones profundas y consciencia corporal…

-        - Dedica ahora unos minutos a afinar la atención interior introduciéndola en el Silencio o en la Presencia –en definitiva, en la consciencia del Absoluto-, a partir de la práctica que ya tienes y por el medio que te resulte más cómodo y habitual..
                                                
-          - En esta paz y quietud, toma consciencia de ti mismo en tanto que cuerpo físico, y con la certeza que el Absoluto es el lugar donde tu cuerpo puede encontrar el reposo perfecto; haz descansar todo tu cuerpo en esta Realidad, Silencio, Plenitud… Y si alguna parte de tu cuerpo está especialmente tensa, cansada, débil o quizá enferma, con mayor motivo llévala al descanso en el Ser.

-          Contacta ahora con tu mundo emocional, desde la zona del estómago y del pecho. Quizá aparecerán movimientos emocionales asociados a vivencias recientes o antiguas… Quizá hay calma, simplemente… Sea como sea, descansa también todo tu mundo emocional en el Ser.

-          - Ves a continuación a la zona de la frente, i toma conciencia de tu mundo mental, de tu intelecto, a veces tan agitado, otras tan cansado, o tan espeso… Ahora, pues, es el momento del descanso en profundidad de tu pensamiento. No tengas en cuenta si la mente está en actividad o no, ni hagas nada para detenerla… Ahora, simplemente, hazla descansar en el Absoluto…

Lleva la atención más adentro: a aquel yo que está detrás de todos los procesos anteriores y que los aglutina en un yo individual que llamas con tu propio nombre. La zona corporal para acercarte sería la del corazón de la derecha. Demasiado acostumbrado a consumir mucha energía al creerse separado de los otros y de todo, y a comprimirse en unos límites estrechos, agradece la invitación a descansar en el Ser, pero la inercia a mantenerse comprimido no siempre lo hace fácil… En un salto de confianza, “como un niño en la falda de la madre”, descansa todo tú en el ser hasta que no haya finalmente nadie que descanse… hasta que sólo haya Descanso

Me gusta esta oración judía:

“Mi corazón no es ambicioso, Señor. No son altivos mis ojos
Vivo sin pretensiones de grandeza o de cosas demasiado elevadas para mí.

Me mantengo en una paz tranquila, como un niño en la falda de su madre esperando tus dones… (Salmo 130)




RECUERDA: periódicamente, voy presentando nuevos ejercicios en la Página Principal del blog. Paralelamente, y para tenerlos disponibles juntos, los voy dejando en la página DESPIERTO Y ATENTO.









sábado, 18 de enero de 2020

Cuento 22: El gato del gurú







EL GATO DEL GURÚ

Cuando, cada tarde, se sentaba el gurú
para las prácticas del culto,
siempre andaba por allí el gato del ashram
distrayendo a los fieles.

De manera que ordenó el gurú que ataran al gato durante el culto de la tarde.
Mucho después de haber muerto el gurú, seguían atando al gato durante el referido culto.
Y cuando el gato murió, llevaron otro gato al ashram para poder atarlo durante el culto vespertino.
Siglos más tarde, los discípulos del gurú
escribieron doctos tratados acerca
del importante papel que desempeña el gato

en la realización de un culto como es debido.





sábado, 11 de enero de 2020

Thich Nhat Hanh: Los cuatro mantras

Los cuatro mantras





Todos, incluso un niño, podemos practicar los Cuatro Mantras. Estos mantras te ayudan a cultivar la escucha profunda y la plena presencia en la relación que mantienes contigo mismo y con los seres queridos. Un mantra es una especie de fórmula mágica que puede transformar una situación al instante. La eficacia de esta práctica reside en tu plena conciencia y en tu concentración. Sin estos elementos, no funcionará.

Para practicar los mantas es esencial aquietar tus pensamientos y sentirte sereno y espacioso por dentro. De lo contrario, no podrás estar realmente ahí para los demás. Mantén esa calma y espaciosidad incluso cuando la otra persona te responda. Sobre todo, cuando practiques el tercer y el cuarto mantras, si la otra persona tiene algo que decirte, asegúrate de seguir tu respiración y de escucharla en silencio y con paciencia, sin juzgarla ni reaccionar. Cuando pronuncias los Cuatro Mantras estás usando el silencio interior, junto con unas pocas palabras cuidadosamente elegidas, para traer curación, reconciliación y entendimiento mutuo. Estás haciendo espacio dentro de ti y ofreciendo tu espaciosidad a la otra persona.

El primer mantra es: “Querido/a, estoy aquí para ti”. Cuando amas a alguien deseas ofrecerle lo mejor de ti y eso es tu auténtica presencia. Sólo puedes amar cuando estás aquí, cuando estás presente al cien por cien. Si recitas mecánicamente el mantra, no servirá de nada. Estarás aquí si eres consciente mientras respiras o caminas, o haces cualquier otra cosa que te ayude a estar presente como una persona libre para ti y para la persona amada. Usa primero este mantra contigo mismo, para volver a ti y crear en tu interior el silencio y el espacio que te permitirán estar realmente presente para la otra persona y decir de verdad el mantra.

El segundo mantra es: “Querido/a, sé que estás aquí y soy muy feliz”. Amar significa advertir la presencia de la persona amada. Y sólo podrás hacerlo después de haberte preparado diciendo este mantra, ya que a no ser que estés aquí al cien por cien, no reconocerás la presencia del otro por completo, aunque sienta que le quieres mucho.

Al estar presente y atento te das cuenta de cuándo la persona que amas está sufriendo. En ese momento intenta al máximo estar plenamente presente. Y luego acércate a ella y pronuncia el tercer mantra: “Querido/a, sé que estás sufriendo, por eso estoy aquí para ti”. Cuando sufres, quieres que la persona que amas se dé cuenta de tu sufrimiento, es algo muy humano y natural. Si no se percata de él o lo ignora, sufres mucho más. De manera que usa este mantra para comunicarle que eres consciente de su sufrimiento; saberlo le producirá un gran alivio. Incluso antes de hacer nada para ayudarla, su sufrimiento ya habrá disminuido.

El cuarto mantra, que no necesitarás decir a menudo (aunque es muy poderoso cuando te hace falta) es: “Querido/a, estoy sufriendo. Ayúdame, por favor”. Lo pronuncias cuando estás sufriendo, sobre todo al creer que el sufrimiento te lo ha causado otro. Y cuando ese otro es la persona que más amas, todavía sufres más. Así que te acercas a ella y, advirtiendo tu doloroso sentimiento, pronuncias con todo tu ser el cuarto mantra: “Querido/a, estoy sufriendo mucho. Ayúdame, por favor”. Dilo
aunque te cueste. A base de práctica lo conseguirás. Cuando sufres quieres estar solo. Aunque la otra persona intente acercarse para hacer las paces contigo, te sigues aferrando a tu enojo. Es una reacción muy humana y habitual. Pero cuando amamos a una persona, la necesitamos, sobre todo si estamos sufriendo. Crees que ha sido ella la que te ha hecho sufrir, pero ¿estás seguro? Es posible que estés en un error. Tal vez no pretendía hacerte daño. Quizá la has malinterpretado o te has hecho una idea equivocada de la situación.

No te apresures a decir este mantra. Cuando sientas que estás preparado, acércate a la persona amada, respira hondo y sé tú mismo al cien por cien.  Y entonces di el mantra con todo tu ser. Tal vez no quieras hacerlo. Quizá estés deseando soltarle que ya no la necesitas. Después de todo, te ha hecho daño. Pero no dejes que tu orgullo se interponga entre los dos. En el amor verdadero el orgullo no tiene cabida. Si tu orgullo no desaparece, sabrás que debes practicar para transformar tu amor en amor auténtico. Meditar caminando, meditar sentado y observar tu respiración con regularidad para recuperar la calma te ayudará a usar sin ningún problema el cuarto mantra la próxima vez que estés sufriendo.


sábado, 4 de enero de 2020

Stop 22








Las flores en primavera,
la leña en otoño,
en verano la brisa fresca,
en invierno la nieve.
                                  
Si el espíritu no se ve obnubilado
por cosas inútiles,
ésta es la estación más feliz del hombre.

                                                                  Poema zen