DIARIOS 1939-1968
13 de diciembre de
1946
Para mí mismo sólo tengo un deseo, a saber, el deseo de
soledad: desaparecer en Dios, sumergirme en Su paz, perderme en el secreto de
Su Rostro.
20 de abril de 1947
Es inútil romperte la cabeza semana tras semana y año
tras año sobre los mismos viejos detalles, podando las mismas diez ramitas de
lo alto del árbol. Vete a la raíz: la
unión con Dios. Despréndete de todo y ocúltate en ti mismo para encontrarlo a
Él en el silencio, donde está escondido contigo. Escucha lo que tiene que
decir.
19 de marzo de 1948
¡No tener otra cosa que hacer que abandonarte en manos de
Dios y amar a Dios! Es el mayor lujo imaginable. ¡El silencio y la soledad son
los supremos lujos de la vida!
11 de julio de 1948
¡El negocio de irte envenenando a pesar de ti mismo por el
placer que te produce tu propio trabajo! Dices que no lo deseas, pero en
cualquier caso va penetrando en tu sangre. No saboreas el plato, pero el olor
que despide llega a tu cerebro y te corrompe. Te emborrachas olisqueando el
corcho de la botella.
6 de septiembre de
1948
Pero si me mantengo en silencio, gozo de paz.
He aquí algunas de las cosas que yo necesito: la entrega
completa de mí mismo a Cristo, transformación, simplicidad y pobreza totales.
En otras palabras, necesito desembarazarme
de todo.
15 de mayo de 1949
Dios nos hace plantearnos preguntas, sobre todo cuando Él
está a punto de ofrecernos sus respuestas. Él pone en nosotros necesidades que
solamente Él puede satisfacer y despierta capacidades que Él pretende hacer
realidad.
27 de junio de 1949
Tan pronto como me alejo de la gente, me invade la presencia
de Dios.
Cuando estoy con otras personas, es cuando me siento solo; y
cuando estoy a solas, dejo justamente de sentirme solo, porque tengo a Dios y
hablo con Él (sin palabras), sin distracciones ni interferencias.
10 de julio de 1949
El hecho de llevar un diario me ha enseñado que en nuestra
vida interior no se producen tantas novedades como uno piensa a veces. Cuando
relees tu diario, compruebas que tu hallazgo más reciente es algo que ya habías
descubierto cinco años atrás. De todos modos, también es cierto que uno penetra
más y más profundamente cada día en las mismas ideas y experiencias.
8 de agosto de 1949
Y la más poderosa comunicación de la Escritura es la
“palabra sembrada”, la semilla secreta e inefable de contemplación plantada en
lo profundo de nuestra alma, se milla que se despierta con un contacto
inmediato e inefable con la Palabra Viva, de forma que estemos en disposición
de adorar a Dios en espíritu y en verdad. Por la lectura de la Sagrada
Escritura yo me renuevo hasta el punto de que toda la naturaleza parece
renovada en torno a mí y conmigo. El cielo parece ser más puro, de un azul más
fresco; los árboles, de un verde más intenso; la luz se destaca con mayor
intensidad en los perfiles del bosque y de las colinas; el mundo entero se
re4viste de la gloria de Dios; y yo siento el fuego y la música en la tierra
que pisan mis pies.
1 de septiembre de
1949
A veces tengo la sensación de que me
gustaría dejar de escribir, precisamente como un gesto de desafío. De todos
modos, espero dejar de publicar durante algún tiempo. Tal vez siga escribiendo
en mi lecho de muerte, y puede que hasta tenga necesidad de conseguir papel de
asbesto para seguir escribiendo en el purgatorio.
No obstante, me parece que el hecho de escribir, lejos de
ser un obstáculo para la perfección
espiritual en mi propia vida, se ha convertido en una de las condiciones de las
que dependerá mi perfección. Si he de ser santo –y eso y no otra cosa es
precisamente lo que debo pensar y desear-, parece que he de conseguirlo
escribiendo libros en un monasterio trapense. Si he de ser un santo, no debo
limitarme a ser un monje, que es lo que todos los monjes deben hacer para
convertirse en santos, sino que, además, he de poner por escrito aquello en lo
que me he convertido. Puede parecer sencillo, pero no es una vocación
precisamente fácil.
Ser un monje tan bueno como me sea posible y seguir siendo
yo mismo y escribir sobre todo ello. Poner por escrito, en semejante situación,
todo lo referente a mi vida con la mayor simplicidad e integridad, sin
enmascarar cosa alguna, sin confundir las cuestiones: esta tarea es muy dura,
porque estoy envuelto en ilusiones y apegos.
22 de diciembre de
1949
Para pertenecer a Dios tengo que pertenecerme a mí mismo. He
de estar solo o, cuando menos, interiormente solo. Ello significa la renovación
constante de mi decisión. Yo no puedo pertenecer a otras personas. Nada de mí
pertenece a nadie, excepto a Dios. Soledad absoluta de la imaginación, la
memoria, la voluntad.
3 de marzo de 1951
En realidad, yo he venido al monasterio para encontrar mi
lugar en el mundo, y si no logro encontrar eso, estaré perdiendo mi tiempo en
el monasterio.
29 de noviembre de
1951
Una vez que Dios te ha llamado a la soledad, todo lo que
tocas te lleva a una mayor soledad. Todo lo que te afecta te transforma en un
ermitaño.
¿Supones que yo tengo una vida espiritual? No, no la tengo.
Yo soy indigencia, soy silencio, soy pobreza, soy soledad, porque he renunciado
a la espiritualidad para encontrar a Dios.
14 de febrero de 1953
De entre todos los hombres, el solitario es el que menos
sabe hacia dónde va; sin embargo, goza de mayor seguridad, porque hay algo de
lo que no puede dudar: de que camina hacia donde Dios lo está conduciendo. Por
eso, precisamente, ni él mismo conoce el camino. Y por eso, además, el camino
es para la mayoría de los hombres algo que puede escandalizarlos.
11 de diciembre de
1958
En la fiesta de la Inmaculada Concepción, durante la larga
misa, me di ánimos preguntándome a mí mismo: “¿Para qué estoy aquí?” La única
respuesta satisfactoria es: “¡Para nada!”. Estoy aquí gratis, sin un objetivo especial, sin un plan especial. Estoy aquí
porque estoy aquí y no en ningún otro lugar. No estoy aquí en virtud de un
minucioso ideal monástico, o porque esto sea “lo mejor” (que probablemente no
lo es). Simplemente, aquí es donde “Dios me ha puesto”. Vivo aquí. Trabajo
aquí. … Para mí mismo, la única respuesta inteligible es de tipo existencia:
estoy aquí gratis, sin motivo
especial, sin compromiso alguno, libremente.
Lo cierto es que cualquier otro lugar no es donde yo estoy o
donde se supone que estoy. … Lo decisivo es que no importa demasiado dónde te
encuentres, mientras te sientas en paz contigo mismo y vivas tu vida.
2 de febrero de 1960
“Tengo que ocuparme en las cosas de mi Padre”. El deseo
constante de interioridad, de meditación, el deseo de liberación y pureza, de
vacío, es algo que debo seguir siempre, sin tratar de ver adónde conduce. Si lo
sigo, me conducirá adonde no puedo prever la plenitud que está esperando.
Lealtad a esta llamada única. Todo lo demás es absurdo.
10 de diciembre de
1960
No temer los sentimientos de culpa, no tratar de
justificarme a mí mismo, no extrañarme de lo que tal o cual persona pueda
pensar. Ni tampoco de lo que pueda pensar yo mismo. Lo importante no son los
pensamientos, sino las horas de silencio y la preciosa dimensión de la
existencia, que de otro modo pasa totalmente desapercibida, ciertamente
desapercibida cuando uno piensa o habla mentalmente, o incluso cuando escribe.
Sencillamente, es algo que debe verse, y no se ve hasta que uno no se sienta en
silencio, a solas en la propia obviedad de dicha dimensión.
13 de diciembre de
1960
Ser un solitario y no un individualista. No preocupado
simplemente de perfeccionar mi propia vida. En la óptica marxista, esto
constituye un lujo indecente. Mi soledad pertenece a la sociedad y a Dios. ¿Se
trata de meras palabras? Soledad por su acción especial: la profundización del
pensamiento y de la toma de conciencia. La lucha contra la alienación. El
peligro de una soledad que es la peor de las alienaciones.
26 de diciembre de
1960
Santa María del Carmelo (ermita donde vivirá solo) es
impresionante: con los altos pinos, el silencio, la luna y las estrellas sobre
los pinos como oscuras cataratas, los dibujos de la sombra, el amplio valle y
las colinas: todo habla de una soledad más madura, más completa. Los pinos son
altos y no bajos. Francamente, hay una casa que está exigiendo responsabilidad
y no apego. Un silencio que esté al servició de la dedicación y que no sea una
forma de huida. Al anochecer enciendo algunas velas. “Este es el lugar de mi
reposo para siempre”. El sentido de un viaje concluido, de una peregrinación en
su etapa final. Es la primera vez en toda
mi vida que realmente he sentido que tenía un hogar y que mi espera y mi
búsqueda habían terminado.
19 de enero de 1961
Verse libre de todo compromiso. En todos los niveles.
Trabajar a favor de la soledad que uno ha estado predicando: no como un lujo,
sino como una necesidad. ¡Cómo han cambiado mis ideas a este respecto con el
paso de los años…! En este momento ha dejado de ser un problema de
“santificación” para convertirse en un tema de simple supervivencia,
supervivencia en la integridad que Dios me ha dado.
Saber cuándo, cómo y a quién decir “¡No!”. No desear herir a
algunas personas, sin duda, pero sin sentirse excesivamente ansioso por
aplacarlas.
Algunas personas tratan constantemente de utilizarte para
que les ayudes a crear una ilusión de la que viven.
La cuestión de la escritura: definitivamente, es algo que
debo reducir o modificar.
Alguien me ha acusado de ser un “sumo sacerdote” de la
creatividad. O, por lo menos, de dejar que la gente me mire de esa manera. Tal
vez sea cierto.
El pecado de desear
ser un pontífice, de desear ser escuchado, de desear conversos, discípulos…
Por estar en un claustro, llegué a pensar que yo no deseaba tal cosa.
Naturalmente, no era así, y todo el mundo lo sabe.
Si hay algo de lo que debo liberarme, es de la imagen
católica popular existente en este país. No represento en absoluto a este tipo
de católico.
Al mismo tiempo, he de superar la otra tentación más sutil,
representada por la vanguardia católica francesa, de desear estar en buenas
relaciones con la izquierda proletaria. Desear ser “parte del futuro”. Pero
este es otro mito. Desde muchos puntos de vista, el peor de todos. Es una
tentación pragmática, porque este mito es probablemente el de mayor éxito.
21
de enero de 1961
Puedes hacer con tu vida lo que quieras. Hay múltiples
maneras de ser feliz. ¿Por qué nos embarcamos en exigencias ilusorias?
¿Únicamente vamos a ser felices cuando nos ajustamos a algo que consideramos una felicidad legítima, una
felicidad aprobada?
Dios nos hace libres para que creemos nuestras propias
vidas, de acuerdo con Su voluntad; es decir, en las circunstancias en que Él
nos ha colocado. … Soy una persona feliz. Dios me ha otorgado la felicidad,
pero yo me siento culpable por ello. Como si no estuviera permitido bajo ningún
pretexto ser feliz.
29 de junio de 1961
Vi que mi única solución era hacer lo que siempre he deseado
hacer, lo que siempre he sabido que debía hacer, lo que siempre me he sentido
llamado a hacer: seguir la vía del vaciamiento y del anonadamiento, leer más
los libros que hablan de la “nada” que los otros, olvidad mis preocupaciones
con diez mil cosas absurdas, conocer sin desear ser una autoridad.
8 de agosto de 1961
Tomo conciencia de la
futilidad de mis apegos, en especial del más importante de todos: mi obra como
escritor.
27 de febrero de 1962
1. Preeminencia de la
meditación
y la oración, del anonadamiento personal, de la purificación interior,
desembarazándome del yo que bloquea la visión de la verdad. El yo que afirma
que habrá de estar aquí y que después dejará de estarlo.
2. Preeminencia de la
compasión para todos los seres
vivientes, para con la vida, para con los seres indefensos y simples, para con
el género humano en su ceguera.
3.
Hastío de las palabras, excepto en la amistad, en el tipo más
sencillo y directo de comunicación, de viva voz o por carta.
4. Preeminencia de la acción silenciosa y decisiva de
sufrimiento cargado de sentido, aceptado en completo silencio, sin
justificación.
11 de diciembre de 1962
El deber primario: buscar coherencia, claridad,
conciencia, … la coherencia y la claridad que nacen del silencio, del vacío y
de la gracia. Lo que significa que siempre se ha de buscar el correcto
equilibrio entre estudio, trabajo, meditación, responsabilidad hacia otros y
soledad.
4 de junio de 1963
He estado viniendo aquí, a la soledad, para encontrarme
a mí mismo; y, curiosamente, ahora debo perderme a mí mismo.
11 de abril de 1964
Tampoco el yo empírico debe tomarse como plenamente
“real”. Aquí es donde empieza la ilusión.
22 de diciembre de 1964
Si hubiera que escoger entre “contemplación” y
“escatología”, no cabe duda de que yo estoy –y estaría siempre- decididamente a
favor de la última. … Al final (meta hacia la cual Él dirige todas las cosas)
lo veré a Él después de que mi cuerpo haya experimentado la muerte y haya
resucitado juntamente con Él. Esto significa que mi fe es escatológica. Sin
embargo, por ser escatológica, mi fe es también contemplativa, puesto que ya
ahora me encuentro en el Reino y ya ahora puedo “ver” algo de la gloria del Reino
y alabarlo a Él, que es el Rey. Estaría loco, por tanto, si viviese ciegamente,
aplazando todo “ver” hasta tanto no se produzca un cumplimiento imaginado. De
esta manera, contemplación y escatología son una sola cosa en el contexto de la
fe cristiana y en el proceso de autoentrega del hombre a Cristo.
La contemplación, tal como nosotros la entendemos, es
esto: la toma de conciencia y la “experiencia” del Espíritu vivificante, en
quien el Padre se nos hace presente a través del Hijo.
30 de enero de 1965
Personalmente, considero que lo que más abunda en toda
vida es la ilusión. El deseo de ser
algo de lo que yo me he hecho una idea.
Pero la felicidad más profunda la he vivido siempre en
soledad, o bien aquí en la ermita (con mucho, mis mejores momento), o bien en
la habitación del maestro de novicios, o simplemente fuera, en los campos.
31 de enero de 1965
La pasada noche, antes de irme a la cama, comprendí el
significado real de la soledad: situación en que se han roto todas las amarras
y el pequeño bote, desvinculado ya de tierra, enfila su proa hacia el mar
abierto, sin ataduras, sin control. No el mar de la pasión, sino, por el
contrario, el mar de la pureza y del amor despreocupado. Que únicamente ama a
Dios inmediata y directamente en Sí mismo como el Todo. No tengo nada que
justificar o que defender. Únicamente tengo que defender este vacío inmensamente
sencillo de mi propio yo, y lo demás está claro.
26 de febrero de
1965
Cada día veo con mayor claridad que la soledad no es
algo con lo que se pueda jugar. Es terriblemente seria. No basta con que a uno le “guste la soledad”,
ni siquiera con amarla. Aunque te “guste”, la soledad te puede destruir, creo
yo, si únicamente la deseas por tu propio bien. Sigo adelante, … pero avanzo
con temor y temblor, a menudo con la sensación de andar perdido.
A pesar de que en esta vida de silencio y vacío abundan
la belleza y la paz, perder el tiempo tontamente con ella provoca una terrible
desolación. Cuando no se la toma uno en serio, incluso la belleza de la vida se
vuelve de pronto en implacable. La soledad es una madre exigente que no soporta
el absurdo.
4 de abril de 1965
La necesidad de seguir trabajando en la meditación:
yendo a la raíz. Un tiempo de profundización sin palabras, para comprender la
realidad interior de mi “ser nada” en Aquel que es. Hablar de esta experiencia
en semejantes términos es absurdo. Nada que ver con la realidad concreta que se
ha de entender. Franquear la puerta de mi propio yo, no porque yo lo quiera,
sino porque he sido llamado y debo responder.
23 de mayo de 1965
Ayer escribí al personaje de la Universidad de McGill
que afirmó que toda contemplación era una manifestación de regresión
narcisista. ¡Eso es precisamente lo que no es! ¡Un despertar completo de la
identidad y de la relación! Ello implica una toma de conciencia y la aceptación
del lugar que uno mismo ocupa en el todo, primeramente en el todo de la
creación, y a continuación en el plan global de la redención: para encontrarse
a sí mismo en el gran misterio de plenitud, que es el misterio de Cristo.:
Armonía y no confusión.
Un día cualquiera
de mayo de 1965
En una época en la que se habla a menudo de la
necesidad de “ser tú mismo”, yo me reservo el derecho a olvidarme de ser yo
mismo, teniendo en cuenta que, de todos modos, tengo poquísimas posibilidades
de ser alguien distinto de mí mismo. Personalmente, creo más bien que quien se
muestra excesivamente preocupado por “ser él mismo” corre el riesgo de
personificar una sombra.
8 de junio de 1965
El gran gozo de la vida solitaria no radica simplemente
en la tranquilidad, en la belleza y la paz de la naturaleza, en el canto de los
pájaros, etc., ni tampoco en la paz del propio corazón, sino en el hecho de que
el corazón del solitario se despierta y armoniza con la voz de Dios: con la
inexplicable, tranquila y definitiva certeza interior de la llamada que uno
siente a obedecerle a Él, escucharle a Él, servirle a Él aquí, ahora, hoy, en
silencio y soledad, y de que esta es la única razón de la propia existencia, de
que dicha existencia sea fructífera, de que cada una de las acciones (buenas)
del solitario den fruto y, finalmente, de que su corazón, que había estado
muerto por el pecado, se vea redimido y purificado.
No se trata simplemente de “vivir” solo, sino de llevar
a cabo, con alegría e inteligencia, “el trabajo de la celda”, realizado en
silencio y no de acuerdo con la propia elección o la urgencia de la necesidad,
sino por obediencia a Dios. Pero la voz de Dios no se “escucha” a cada momento,
por lo que una parte de ese “trabajo de la celda” consiste en estar atento para
que no se pierda ningún sonido de esa Voz.
12 de junio de 1965
Ser consciente de los dos extremos en mi vida
solitaria. Consuelo y desolación: comprensión y oscuridad; obediencia y
protesta; libertad y encarcelamiento.
14 de abril de 1966
Amor y soledad son el fundamento de la verdadera
madurez y libertad. La soledad que se limita a ser únicamente soledad (es
decir, que excluye todo cuanto no sea
soledad) no merece la pena. La auténtica soledad lo abarca todo, puesto que es
la plenitud de un amor que no rechaza nada ni a nadie, que está abierto a todo
en todo.
14 de mayo de 1967
La vuelta a la unidad, al fundamento, el espacio
sagrado interno paradisíaco donde mora el hombre arquetípico en paz y en Dios.
El viaje hacia ese espacio, a través de una esfera de aridez, dualismo,
sequedad, muerte. La necesidad de valor y de deseo. Por encima de todo, fe,
alabanza, obediencia a la voz interior del Espíritu, rechazo del abandono o
compromiso.
16 de mayo de 1968
Soy la absoluta pobreza de Dios. Soy su vacío,
pequeñez, nada, fracaso. Una vez entendido esto, mi vida en su libertad, el
autovaciamiento de Dios en mí, es la plenitud de la gracia. Un amor a Dios que
no conoce ninguna razón, porque Él es la plenitud de la gracia. Un amor a Dios
que no conoce ninguna razón, porque Él es Dios, un amor sin medida, un amor a
Dios como persona. Amar a todos y no odiar a nadie: tal es el fruto y la
manifestación del amor de Dios. Paz y satisfacción. Olvido del placer mundano,
renuncia a uno mismo en el amor de Dios, canalizando todas las pasiones y
emociones hacia el amor de Dios.
7 de noviembre de
1968
La vida contemplativa tiene que ofrecer un ámbito, un
espacio de libertad, de silencio, que permita que ciertas posibilidades afloren
a la superficie y que, más allá de la opción rutinaria, se pongan de manifiesto
nuevas opciones.
Daniel
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