LOS BAMBÚES
Nuestro perro, Brownie, estaba sentado en tensión, las orejas
aguzadas, la cola meneándose tensamente, los ojos alerta, mirando fijamente
hacia la copa del árbol. Estaba buscando a un mono. El mono era lo único que en
ese momento ocupaba su horizonte consciente. Y, dado que no posee
entendimiento, no había un solo pensamiento que viniera a turbar su estado de
absoluta absorción: no pensaba en lo que comería aquella noche, ni si en
realidad tendría algo que comer, ni en dónde iba a dormir. Brownie era lo más
parecido a la contemplación que yo haya visto jamás.
Tal vez tú mismo hayas experimentado algo de esto, por
ejemplo cuando te has quedado completamente absorto viendo jugar a un gatito.
He aquí una fórmula, tan buena como cualquier otra de las que yo conozco, para
la contemplación: Vive totalmente en el presente.
Y un requerimiento absolutamente esencial, por increíble qué
parezca: Abandona todo pensamiento acerca del futuro y acerca del pasado. Debes
abandonar, en realidad, todo pensamiento toda frase, y hacerte totalmente presente.
Y la contemplación se produce.
Después de años de entrenamiento,
el discípulo pidió a su maestro
que le otorgara la iluminación.
El maestro le condujo a un
bosquecillo de bambúes
y le dijo: «Observa qué alto es ese bambú
Y mira aquel otro, qué corto es».
Y mira aquel otro, qué corto es».
Y en aquel mismo momento el
discípulo recibió la iluminación.
Dicen que Buda intentó practicar toda espiritualidad, toda
forma de ascetismo, toda disciplina de cuantas se practicaban en la India de su
época, en un esfuerzo por alcanzar la iluminación. Y que todo fue en vano. Por
último, se sentó un día bajo un árbol que le dicen 'bodhi' y allí recibió la
iluminación. Más tarde transmitió el secreto de la iluminación a sus discípulos
con palabras que 'pueden parecer enigmáticas a los no iniciados, especialmente
a los que se entretienen en sus pensamientos:
«Cuando respiréis
profundamente, queridos monjes, sed conscientes de que estáis respirando
profundamente. Y cuando respiréis superficialmente, sed conscientes de que
estáis respirando superficialmente. Y cuando respiréis ni muy profunda ni muy
superficialmente, queridos monjes, sed conscientes de que estáis respirando ni
muy profunda ni muy superficialmente».
Conciencia. Atención. Absorción. Nada más.
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