GRITAR
PARA QUEDAR A
SALVO...
E
INCÓLUME
Una vez llegó un profeta a una ciudad
con el fin de convertir a sus
habitantes.
Al principio la gente le escuchaba
cuando hablaba, pero poco a poco se fueron apartando,
hasta que no hubo nadie que escuchara,
las palabras del profeta.
Cierto día, un viajante le dijo al
profeta:
«¿Por qué sigues predicando?
¿No
ves que tu misión es imposible?».
Y el profeta le respondió:
«Al principio tenía la esperanza de poder
cambiarlos.
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